Ficha Bronco Billy

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Críticas de Bronco Billy (1)


Mad Warrior

  • 18 Dec 2022

6



Vaquero sin espuelas, loco en una tierra de cuerdos, o soñador en una tierra de pesadillas. Un hombre que nunca tuvo nada no sólo en la búsqueda eterna, incansable, de una ilusión, sino de la necesidad de creer en su existencia.
Es, al mismo tiempo, la búsqueda personal de su álter-ego.

Los 70 finalizan para Eastwood por todo lo alto, consiguiendo la mejor recaudación de su carrera gracias a su inclasificable comedia de aromas ¨country¨ ¨Duro de Pelar¨ y colaborando por última vez con su querido mentor Don Siegel en ¨Fuga de Alcatraz¨, parece que de este modo el actor y director ha pasado unos años de formación, aprendizaje y refinamiento de su estilo, con su suerte, críticas y altibajos, pero buena nota al fin y al cabo. La década siguiente, más que con un paso adelante lógico, la inicia tomando un desvío intencionado, que por desgracia no puede producir a través de su firma Malpaso, debido a su reciente divorcio.
Convierte entonces un guión recibido por casualidad en una pieza esencial para seguir construyendo su universo único, usando la nostalgia, el recuerdo y lo autorreferencial. El que es uno de los proyectos deseados de su vida no podía empezar de otra manera que con la estampa de un precioso amanecer sobre esos inconfundibles páramos de la América profunda; volvemos, podría decirse, a los tiempos del Far West, pero nada más lejos de la realidad. Eastwood aparece, es cierto, vestido de cowboy y demostrando por qué es apodado ¨el revólver más rápido¨...pero lo hace bajo la vieja carpa de un espectáculo circense.

El más ruinoso que existe, posiblemente, pero después de unas cuantas secuencias patéticas lo que vemos es a sus responsables volver a echarse a la carretera, y así se corresponde con la filosofía del actor/director y su álter-ego, Billy McCoy: la de avanzar siempre por un sueño, en este caso a través de las tierras de Idaho y Oregon, donde se pierde una leyenda deseoso él de recuperar: la del Oeste (no en vano su compañía se llama ¨Wild West Show¨ y adopta el nombre artístico (¨Bronco Billy¨) de Maxwell Aronson, legendario pionero del ¨western¨), más muerto que las fuerzas de sus trabajadores, preocupados sobre todo de su compensación monetaria.
Luchan los ideales, los de este ingenuo al que sólo comprenden niños y locos, un don nadie reencarnado en un cowboy anacrónico (como el Kirk Douglas de ¨Los Valientes andan Solos¨), pagando así la elección de su identidad inventada al alto precio de un crudo choque con la realidad en unos contemporáneos EE.UU. que se alimentan de cinismo, materialismo y maldad. Esto viene presentado en la extraña subtrama de herencias y falsos matrimonios que se abre de la nada y lleva a cuestas una Sondra Locke en su enésimo papel de rabiosa chillona sin escrúpulos, quien, tras perderlo todo por culpa de su avaricia, será parte de la troupe de Billy...

Poca simpatía desprende esta imbécil niñata rica neoyorkina que nada nos hace pensar que querría quedarse con ellos y habrá de habituarse a los modales tradicionales y reaccionarios de su nuevo jefe y a lo que entiende por el sueño de una comunidad luchando por crear un mundo perfecto para ser compartido por todos, comunidad formada (al igual que hacía Josey Wales) a partir de la unión de los deshechos de una tierra (esa Norteamérica cuya guerra de Vietnam sigue abriendo heridas, en el oscuro episodio dedicado al joven Leonard) divida en minorías, inmigrantes, desertores y, en este caso, parias ex-convictos que están pagando con tal esfuerzo por los crímenes cometidos en su miserable vida anterior.
Instante trágico cuando arde la carpa, terminando con el sueño, pero reestablecido a no mucho tardar gracias al trabajo de esas minorías nombradas (los pacientes de una prisión-manicomio), levantándose otra confeccionada con docenas de banderas de la nación, lo cual puede llevar a un discurso harto patriótico en su visión más rancia por parte de Eastwood, si bien sólo quiere poner de manifiesto que no hay nación sin espíritu de unión de pueblos ni de lucha por una causa noble; trata, en última instancia, de reencantar la Historia americana a base de desmitificarla.

Por eso, en esta misión observada con una cierta inocencia pura, melancolía y sentimentalismo que a veces cuesta creer tratándose de un hombre distinguido por sus papeles de tipo duro, con, de nuevo, ese toque tan personal inundado de espíritu patriótico y ¨country¨ (reafirmado tanto con la aparición, casi constante, de la bandera estadounidense como con la de su ídolo Merle Haggard, con quien incluso grabó una exitosa canción), no encaja en absoluto la presencia extraña de Antoinette, que tendrá que verse despojada de sus posesiones para conocer la cara más pobre y a la vez humana del mundo.
No es sólo que resulte imposible creerse el papel de Locke (¿me explica alguien de nuevo la razón de que esta hipócrita desalmada se quede junto a Billy en lugar de salir corriendo tras su fortuna a las primeras de cambio, igual que huía su personaje en ¨Duro de Pelar¨?), sino que toda su trama (donde median los buenos Geoffrey Lewis y William Prince, otros habituales de Eastwood) se desarrolla mal, rápido, a espaldas de los protagonistas, quienes quedan al margen una vez ésta se cruza en su propia trama, y acabando coja al final, sin resolverse de ninguna forma, como si un trozo de metraje hubiera sido cortado en la sala de montaje...

Y tras todo el mal soportado, los pesares, accidentes, terribles individuos, el sacrificio humano debe ser premiado en un gesto de comunión con el público, el único pueblo cuyo corazón quedaba por conquistar, puro éxtasis y eliminación de una línea divisoria para el héroe, ese dependiente de una tienda de zapatos que sólo soñó con ser cowboy algún día...pero la recompensa debe traer algún sacrificio, por ello resulta más convincente el final trágico del film de David Miller o el que Eastwood escogerá en ¨El Aventurero de Medianoche¨.
De momento se deja llevar por el bonito aunque anticuado sueño de sobrevivir gracias al esfuerzo colectivo, de ahí que esta sea de sus obras más apreciadas, algo no compartido por los fans ni por parte de la crítica, ni en el momento de su estreno ni aún hoy día. Hay que darle tiempo y comprenderla del mismo modo que a su (anti-)héroe.



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