Ficha Valkiria

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Críticas de Valkiria (1)


Mad Warrior

  • 4 Dec 2023

7



“Golpe de Estado“, pero perpetuado de la peor manera posible. Podríamos denominar al grupo de Ludwig Beck, Hans Oster, Carl Goerdeler y otros como Los Perdedores, pues desde el principio sabían qué sucedería si sus planes fracasaban.
A las 12:40 del jueves 20 de Julio de 1.944 la suerte iba a estar echada para todos...

Un solemne Terence Stamp en su rol de Beck acierta al avisar a Von Stauffenberg “Esto es una operación militar...las cosas nunca salen según lo planeado“, y qué razón tiene. En la vida real no salió nada bien; se trató sin embargo de uno de los muchos atentados fallidos contra Adolf Hitler, un golpe deseado por los miembros de una Resistencia situada en el mismo estómago del ejército nazi. El guionista Chris McQuarrie paseaba por Berlín a comienzos del 2.000 y la idea de recuperar los hechos de aquel intento de golpe, que ya se había llevado varias veces a la ficción, germinó en su cabeza desde que visitó el emblemático Bendlerblock.
Pero esto necesitó un tiempo de maduración mucho más largo, primero por la cantidad de documentación histórica, luego porque no confiaba en que aquello pudiese llegar a ver la luz como largometraje de alto presupuesto...y por suerte, en un cajón, el guión fue descubierto por su longevo colega Bryan Singer, que se animó a participar (desligándose, gracias a Dios, de sus obras de superhéroes). Cuando llegó Tom Cruise al barco, que deseaba trabajar con él desde hacía mucho tiempo, la cosa cambia y se triplica el presupuesto; ahora la historia podía recrearse con un lujoso despliegue de medios.

¿Pero qué tenía el neoyorkino en mente? Como estaba pronosticado, y lo declaró una y otra vez durante todas las fases de la producción, no pretendía realizar un documental exhaustivo, sino una película de suspense, y lo más alejada posible de cualquier drama bélico o relacionado con el Holocausto; al parecer hubo encuentros con muchas de las familias de aquellos a quienes se recrea en esta ficción, pero visto el resultado no sirvió tampoco de mucho. A Cruise, sin embargo, le encantó meterse en la piel de una de las piezas clave del fallido “staatsstreich“, no sólo por sus similitudes físicas con Stauffenberg, sino porque el uniforme de oficial nazi iba muy acorde con él (algo de eso tiene y lo sabemos).
También hay rigor histórico. Empezamos por eso en la campaña de Túnez, cuando el protagonista ha sido ascendido a teniente coronel, pero antes de ser atacado por los cazas norteamericanos se nos presenta un instante, él solo con sus pensamientos, sobre el despiadado orden de Hitler y la condena irrevocable de Alemania; esto es vital según las pretensiones del trío Singer/McQuarrie/Cruise: al narrarse la gesta de un hombre que lucha contra el nazismo, y al ser el último una estrella de la acción, se embellece su figura, la realidad se maquilla, y vemos más al héroe épico en lugar de al auténtico Stauffenberg.

No vemos a ese aristócrata presuntuoso que describió a los habitantes de Polonia como “chusma impresentable que sólo podría servir para trabajos de agricultura“, ese tipo que se unió posteriormente a la Resistencia manteniendo sus ideas de una Alemania que debía conservar su hegemonía en Europa exigiendo la ampliación de sus fronteras y la anexión de otros países; pero aquí el actor es un héroe, o más bien un anti-héroe con quien poder empatizar perfectamente (éstos de Hollywood...). El primer salto que da la trama, y que resulta confuso (ya empezamos con los problemas narrativos), se separa del teniente coronel para irse al lado del general Von Tresckow.
Lo que tiene lugar es el otro atentado fallido a Hitler a base de una bomba escondida en dos botellas de licor. Toda esta secuencia es un garante de la habilidad de Singer como narrador visual, de su puesta en escena clásica y sin saltos exagerados, y de un alto nivel de interpretación...factores que quieren fascinarme y evitar que me fije en un detalle horrible: el reparto no es de origen alemán. A otros sí, pero a mí no me gusta ver a un nativo de Siracusa en la piel de un bávaro, ni al irlandés Kenneth Branagh, por gran actor que sea, en la de un prusiano...al que por cierto se le parece en el blanco de los ojos.

Una clásica maniobra hollywoodiense, claro...y resulta repulsiva, porque todos esos personajes fueron reales, no producto de ficción, y aun así el plantel está formado por un 85% de actores británicos (Wilkinson, Nighy, McNally, Stamp, McNeice...) y un 10% de estadounidenses, quedando eso, lo restante de verdaderos europeos (¿por qué el protagonista no pudo ser Gedeon Burkhard, o Til Schweiger?).
Está Carice Van Houten, holandesa, como esposa de Stauffenberg, una mujer florero que apenas habla y cuya aparición podría haber sido eliminada del metraje. A dicho plantel lo vamos a conocer más tarde...

Porque por alguna razón es Branagh quien asume el protagonismo hasta que Cruise vuelve a incorporarse, ahora con un parche y una mano menos. Le seguimos y nos metemos en el hueso de la intriga: la preparación de un definitivo asesinato de Hitler; hubo muchos, pero el guión se centra en el atentado con bomba preparado para la Wolfsschanze, además de en la puesta en marcha del plan “Walküre“.
Es importante el punto de vista de este Stauffenberg, indignado con las actitudes de los conspiradores, y hasta aquí el guión va bien, porque no cabe duda de la hipocresía de Von Witzleben al afirmar que sus acciones están destinadas a satisfacer la necesidad del pueblo.

McQuarrie lo presenta de una manera sutil pero no esconde las verdaderas intenciones de esos aristócratas de alto rango de la Wehrmacht, más preocupados de su posición política y militar que de los genocidios causados por orden de Hitler; de hecho muchos de ellos habían sido parte de dichas atrocidades (Tresckow no fue un ángel, ni mucho menos) y sus ideas eran casi las mismas que las de Stauffenberg: lograr una hegemonía alemana en Europa tras asesinar al dictador y firmar la paz con los aliados. Esta ambición flota en el ambiente, lo asfixia, crea ambigüedad y recelo, lo cual es un acierto.
Se reafirma esta intención por medio de la técnica visual en la secuencia clave: Tresckow anuncia su traslado y Stauffenberg comenta sus impresiones sobre la operación “Walküre“ y los actos del ejército de reserva una vez caigan en la manipulación de los golpistas; pero Cruise habla desde las sombras, como si sus palabras estuvieran revelando sin querer un terrible propósito, y esta secuencia aterroriza por la duda convertida en certeza: de haber triunfado el golpe tal vez Stauffenberg hubiera luchado para obtener el poder, convirtiéndose en otro Hitler más. Y en el desarrollo de la trama Cruise hará gala de la ferviente obsesión de su personaje, hasta llevarlo a la paranoia.

Lo que sigue es el “thriller“, narrado con el oficio de un experto en el género, absorbente y tenso a cada paso, heredero de las grandes aventuras de espionaje y conspiración bélica de antaño. Pero hay otro error de Singer: en el transcurso confía demasiado en la mecánica, la técnica y se olvida de los personajes, que nunca fueron de carne y hueso (sus diálogos no pueden sonar más artificiales, más vacuos), para ser peones de los dispositivos de la intriga (si la hubiese dirigido Eastwood todo sería distinto), además de en peleles del destino (es genial la forma de suceder los hechos: primero planeado el golpe al milímetro desde la imaginación, luego fracasando poco a poco todo el proceso a causa de la fatalidad, hasta incluso hacer sentir lástima al espectador por todo el esfuerzo malgastado).
Así que hay que tener en cuenta que lo esencial de esta operación nunca fue el intento de asesinato, porque como este hubo muchos, sino la magnitud a la que llegaron las secuelas del mismo, provocada por la ignorancia de unos oficiales que creyeron tener la victoria en sus manos...cuando la verdad es que sólo la saborearon durante cuatro horas, los pobres. Aunque quedará en el desconocimiento si la situación en Alemania, de lograrse el golpe, hubiera sido diferente o igual pero con otros nombres en el poder, por eso se debe prestar atención al descenso de Stauffenberg, firme en sus erróneas convicciones hasta el final.

No hay duda de la similitud entre el protagonista y Hitler durante la intensa última parte: ambos son dos acaparadores del poder que no se enteran de lo que sucede a su alrededor y que niegan la realidad manteniendo un sistema y unos procederes erróneos. Stauffenberg no habría sido ningún héroe, sino otro candidato a dictador...
Y el director hace énfasis en los gestos, la voz y los ojos del inglés (otro más) David Bamber como si su Hitler no se tratase de un humano, rodeando su presencia de una atmósfera incómoda, casi sobrenatural; pareciera más bien un monstruo que causa terror a la cámara, un terror que sale de la pantalla y llega al espectador. Por su parte Thomas Kretschmann (¡vaya, un alemán!) habría sido una gran opción para el papel protagonista. La película es un tremendo éxito de taquilla. Singer no deseaba nada más, claro...tal vez la Historia sí.



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