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Mad Warrior

Críticas de Mad Warrior

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Vacaciones en Roma Vacaciones en Roma 14-10-2022
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El romanticismo más inocente, la posibilidad de identificarse con unos personajes de verdadero ensueño, la magia del cine en todo su esplendor, todos esos elementos están presentes en ¨Vacaciones en Roma¨, una de las grandes obras maestras del Hollywood de los años 50.

Una película dirigida por un William Wyler que venía de hacer el gran melodrama ¨Carrie¨ y que a pesar del tiempo transcurrido desde su estreno mantiene intacta su capacidad de convocatoria ante un público que vuelve, una y otra vez, sobre los pasos de esa inocente pareja para compartir con ellos un día irrepetible cuyo desenfado contribuye, tanto o más que sus legendarios protagonistas, a ensanchar el mito. Para empezar en esta historia, escrita por John Dighton y el todoterreno Dalton Trumbo bajo uno de los muchos alias que utilizara durante la Caza de Brujas, nada mejor que un buen escenario.
Un escenario dotado de una imperecedera aureola de misterio como es la ciudad de Roma en aquel tiempo en que Europa empezaba a sacudirse los grises recuerdos de una guerra cercana para entrar poco a poco en una era de prosperidad y esperanza en la cual no había nada mejor que ser joven, como son el atractivo corresponsal y la angelical princesa. La confluencia de estos elementos son la base sobre la que se sustenta este film a medio camino entre la comedia sentimental y el recorrido turístico por la vieja y fascinante Europa.

Como corresponde a una historia que aspira a ser un cuento de hadas en clave contemporánea, ¨Vacaciones en Roma¨ parte de la sencillez de su premisa, que no es otra que el capricho del destino que hace que Ann, la princesa de un indeterminado país europeo de visita oficial en Roma, escape del control de su séquito impulsada por su deseo pueril de conocer la ciudad, lo que la hará cruzarse en el camino de Joe Bradley, quien se pone en contacto con un amigo que se encargará de fotografiar a ambos en sus idas y venidas; Ann, nada preparada para enfrentarse al natural cinismo de la profesión periodística, accede a pasar un día con su anfitrión.
Lo que sigue es el relato de unas horas en las que la improvisada pareja parece olvidarse de todo cuanto les rodea para divertirse con las pequeñas y grandes aventuras que les depara una ciudad repleta de personas y parajes memorables; a corta distancia, como parte de ese encuentro afortunado, el amigo capta y documenta con su cámara los momentos más felices y la despreocupada alegría que a cada instante se dibuja en el adolescente rostro de la princesa, pero el paso del tiempo y la cercanía hace que entre ésta y Bradley surja un sentimiento inesperado que ninguno quiere reconocer: un amor inocente y fresco para el cual no estaban preparados.

No obstante, el suyo es un idilio condenado a finalizar casi en el momento de haberse iniciado, pues Ann debe regresar a palacio para cumplir sus obligaciones oficiales; forzado entonces a elegir entre su plan inicial de extraer un beneficio de su encuentro con ella y la ternura que le inspira, más aún después del beso que ha marcado su despedida, el antes cínico periodista, a quien como un cómplice fiel acompaña su amigo el fotógrafo, deja que sea el amor el que se imponga, renunciando así al dinero pero ganando el recuerdo imperecedero de unas horas y unos momentos que permanecerán para siempre en su memoria (y en la nuestra).
Para abundar en el realismo, la película fue una de las primeras producidas desde las entrañas del ¨star system¨ donde casi la totalidad del rodaje tuvo lugar en escenarios reales y no en decorados, algo que no sucedía fuera del entorno del cine americano más independiente o de los duros dramas de contenido social que caracterizaron al neorrealismo surgido a partir de ¨Ladrón de Bicicletas¨; dejando atrás todo ese cúmulo de desgracias y angustias cotidianas, la cámara parece haberse despojado de cualquier asomo de tristeza para seguir a los personajes a lo largo de una ciudad que destila vigor y alegría, y con la vitalidad propia del mejor Hollywood hasta lograr Wyler el hacer de la ciudad un tercer protagonista.

Concebida como una variante de ¨La Bella y la Bestia¨ (bestia un tanto metafórica al estar interpretada por un actor de la presencia y el encanto de Gregory Peck, a quien cuesta recordar un papel de villano), esta obra elabora todo un imaginario al que contribuyen en igual medida los trajes de Dior, las vistas de la Piazza della Rotonda, los paseos en la entrañable y mítica vespa y los helados de cucurucho, siendo esta mezcolanza de lo cotidiano con lo sofisticado y lo inocente lo que hace aún más cercanos y ensoñadores a los personajes y sus vivencias, sin olvidarse uno de la música de Georges Auric y Victor Young y el trabajo de fotografía de Franz Planer y Henri Alekan.
Protagonizada por el gran Gregory Peck, después de que Cary Grant hubiera rechazado la oferta para el papel, y unos buenos Hartley Power, Harcourt Williams y Margaret Rawlings, ¨Vacaciones en Roma¨ marcó sobre todo el lanzamiento internacional de la preciosa actriz Audrey Hepburn cuyo físico menudo y delicado nada tenía que ver con el estándar de belleza femenino de la época (según Wyler, él encontró en la joven a la perfecta anti-Lollobrigida), y que apenas cumplidos los 20 años supo encarnar como nadie las virtudes casi adolescentes que adornaban al personaje de la princesa.

Aun siendo una producción modesta el film entró con buen pie en taquilla, donde se convertiría en éxito inmediato allí donde tenía lugar su estreno, como en las nominaciones de los Oscar de 1.953, en cuya ceremonia se alzaría con tres premios de los siete a los que era candidato.
Lógicamente, Hepburn fue la gran triunfadora de la noche por ese papel que ya prefiguraba a la protagonista de ¨Desayuno con Diamantes¨. No es difícil de reconocer; la princesa Ann no sólo enamoró a aquel corresponsal que tuvo la suerte de besarla...nos enamoró a todos.


El Demonio de las Armas El Demonio de las Armas 14-10-2022
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Un hombre y una mujer se abrazan tras cometer un atraco. Para él, la locura homicida de su amante está a punto de poner fin a su huida y a su propia existencia.
Ella rechaza con furia ese abrazo que en realidad es una señal de alarma para emprender lo que de todas formas sería un intento fallido de fuga...

Para ella las balas que silban alrededor de su cabeza son el cenit de su carrera delictiva y la apoteosis de una relación erótica a tres bandas en donde las armas de fuego adquieren una importancia muy superior a la de su amante; se escenifica así un último gesto de rebeldía congelado en la memoria de miles de aficionados al cine negro en ese plano glorioso y trágico que anuncia la muerte y el ascenso a la leyenda de los forajidos creados por la gran pantalla. A partir de ese momento de estruendo y de gloria la bienpensada industria americana se verá obligada a ir un poco más allá en su retrato de la violencia y los criminales.
El germen de esta película mítica que sin duda elevó de categoría el ¨noir¨ de serie ¨B¨ donde aparecen verdaderas joyas, fue una historia publicada a finales de los 40 en la conservadora y prestigiosa Saturday Evening Post por MacKinlay Cantor, redactor desprovisto de la suerte necesaria para convertirse en autor de renombre; ¨Gun Crazy¨ ofrecía a sus lectores el morbo y la necesaria dosis de sana indignación moral, siendo su figura central una joven que daba rienda suelta a sus dos pasiones vitales, el sexo y las armas, para acabar abatida (cómo no) por las balas de la justicia.

La historia en sí no habría pasado de un simple divertimento para los lectores amantes de la ley y el orden (de esos que se congratulan con la sociedad y consigo mismos observando cómodamente el auge y declive de todo tipo de forajidos) de no haber sido por el instinto narrativo de Dalton Trumbo, uno de los tristemente célebres ¨Diez de la Lista Negra de Hollywood¨ que aún mantenía intactos, pese a haberse convertido en un fuera de la ley, su talento de escritor y sus contactos con el sector izquierdista menos asustado de la industria.
Y uno de esos contactos resultó ser Joseph H. Lewis, genio del bajo presupuesto (y responsable de títulos a recordar como ¨Mi Nombre es Julia Ross¨ o ¨Relato Criminal¨), y ¨Gun Crazy¨ su proyecto más ambicioso. Para convertir en guión la crónica de las andanzas de esa chica indómita llamada Annie Starr, Trumbo aumentó los matices de su personalidad transformándola en estrella de circo que emula a las glorias del viejo Oeste a golpe de certeros disparos. Sin embargo su pulsión más íntima es la de la acción por la acción, tal vez una forma como otra cualquiera de superar un aburrimiento existencial, que parece llegar a su fin cuando la casualidad cruza en su camino a Bart, quien desde niño también ha sentido fascinación por las armas.

Alguien con las ideas más claras, que sabe a ciencia cierta que su lugar en el mundo siempre va a depender de cuanto dinero lleve en los bolsillos; pero su tragedia personal no es tanto su obsesión por disparar como su imperiosa necesidad de demostrar que existe. Esa íntima desazón unida al atractivo físico que siente hacia la figura ambiguamente erótica de Annie, será lo que acabe por sellar el destino de ambos...y es que el destino y la fuerza centrífuga de esta pareja incapaz de medir el alcance de sus acciones se alzarán como factores determinantes de una tragedia no exenta de lirismo.
Con su habitual destreza de artesano tras la cámara, Lewis captura la psicología más oscura de unos personajes de los que jamás se separa, empezando por la introspección de la infancia de Bart (que se comprende de imágenes bastante duras), y prosigue una narración precisa llena de vitalidad y no poco atisbo de innovación en aquellos lejanos 50 (la magnífica secuencia del robo desde el interior del coche rodada en una toma). Como de costumbre en los más reconocibles parámetros del cine negro, es la mujer la que arrastra al hombre a la vida delictiva y a un más que posible final apocalíptico; sí, el director parece manejar arquetipos del género...

Pero la visión de Trumbo los dota de una profundidad mayor, de una abrasiva vigorosidad y desnudez quizás nunca antes vista, y es indudable que Annie despierta un nuevo modelo dentro de la ¨femme fatale¨ del ¨noir¨ (además de influenciar a futuras y rebeldes heroínas dentro del muy masculinizado ¨western¨); la improvisación artística motivada por la falta de un verdadero presupuesto junto con el nervio de Lewis garantiza un torrente de visceralidad en pantalla siguiendo la locura y violencia de estos homólogos de Clyde Barrow y Bonnie Parker de la sociedad de posguerra.
En el camino aprende a captar el desesperado romanticismo de ese tipo de personajes; como en todos los caminos a ciegas y en pos de la nada más absoluta, no existe posibilidad de retorno, se trata de la asunción voluntaria del desastre, del sueño adolescente de esos años 50 que traerían a la juventud norteamericana prosperidad y frustración a partes iguales. Arropada por la buena fotografía en blanco y negro de Russell Harlan y gracias a su imponente y sensual presencia, Peggy Cummins se alza con facilidad por encima de sus compañeros de reparto; aun así cuesta hacer sombra a Berry Kroeger, Anabel Shaw, Trevor Bardette y sobre todo el genial John Dall (sin olvidar también a Mickey Little encarnando al pequeño Bart).

Igual que ocurriera con la narración impresa en que estaba basada, ¨Gun Crazy¨ pasó por los cines sin pena ni gloria en su momento, relegada a ser el típico complemento para programas dobles pese a la riqueza y fuerza visual de sus imágenes antes de su comercialización en Francia, donde no se tardó en elevarla a obra de culto.
Y así queda, como una influencia seminal para el cine de acción y todas las posteriores aventuras protagonizadas por ¨amantes forajidos¨. No quedar atrapado por su poderoso encanto (y por el de Cummins) resulta imposible aún hoy día.


La Vida de Brian La Vida de Brian 14-10-2022
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Un niño nace en Judea, es visitado por los tres Reyes Magos, quienes le ofrecen oro, mirra e incienso, y, según proclaman, se trata del mismísimo hijo de Dios, el elegido...
Y a partir de aquí la confusión, la fatalidad, pues no están en la casa de María ni el bebé es Jesús. Por desgracia.

Con este ¨inocente¨ gesto no sólo nace un niño, sino la comedia más irreverente, controvertida y alegremente trágica del cine, de la mano de los Monty Python. Tras haber pasado mucho tiempo desde el éxito de la económica y delirante sátira medieval ¨The Holy Grail¨, surgió el deseo de volver a hacer temblar los pilares de la Historia a través de una interpretación retorcida de los dogmas del Nuevo Testamento y la religión cristiana; una gran avalancha de ideas donde se dieron cita los argumentos más descabellados llevan al ex-Beatle y fan de los cómicos, George Harrison, a financiar el proyecto a través de su compañía HandMade Films.
Todo ello consiguiendo apoyo de la recién fundada EMI Films, quienes no tenían mucha fe en los muchachos, especialmente el ejecutivo jefe de la compañía, Bernard (las últimas palabras dichas por Eric Idle en el film lo atestiguan). Con un presupuesto mayor que el de ¨Los Caballeros ...¨, un guión sólido y una dirección asumida por Terry Jones, el equipo emigró a Tunisia para un rodaje que duró menos de dos meses, que cualquiera lo diría, aprovechando los fastuosos decorados y cientos de extras que ya habían sido usados en el largometraje ¨Jesús de Nazareth¨, de Zeffirelli, al más puro estilo Corman.

Así, por obra y gracia de Dios, concibieron a su hijo pródigo, y su hazaña bíblica puso al Mundo patas arriba allá por 1.979, siendo prohibida por blasfemia y herejía en innumerables países o catalogado ¨X¨ en todos los cines (aún hoy en día continúa restringido en ciertos países del Norte de Europa, como Noruega o Irlanda). Pero fácil es encariñarse con ese hombrecillo ridículo (Graham Chapman en el papel de su vida), farsa de la figura de Jesucristo, y que tiene tiene unas ideas algo distintas de las suyas (de comunidad colectiva a fuerte individualismo).
Aquéllos, con su negra mordacidad británica, se mofan de todo lo concerniente al catolicismo y sus creencias, al fanatismo sin justificación, los estamentos religiosos, personajes históricos y castigos eternos, en tanto que parodian el ¨peplum¨ y la épica/bíblica ¨hollywoodiense¨ (momento ¨todos somos Espartaco¨ en las cruces) y hacen burla de muchos aspectos de su sociedad, donde se juntan la política (y la incompetencia de los que la ejercen, bien reflejado en el grupo de Reg), el sexismo o el narcisismo, introduciéndolos en los tiempos del Imperio Romano. Sí, los Monty Python iban más allá de los muros de lo permitido desbaratando temas espinosos y solemnes.

Y según argumentaron sobre las bufonadas/blasfemias del film tras llegar las quejas, ¨nunca había que tomarlo en serio¨...aunque todo sea un ataque brutal e inesperado a la religión, convertido en increíble comedia que acumula los momentos más ingeniosos del grupo, desarrollando en poco más de hora y media el periplo existencial del pobre Brian, que de malvivir junto a una desagradable madre se ve perseguido por doquier, ya sea por crueles romanos o por gente que, manipulada como borregos en cuestión de segundos, le considera el Mesías, cuando lo único que desea es encontrar un atisbo de amor y comprensión entre tanta violencia y fanatismo (será una joven enrolada en un grupo revolucionario que actúa a base de palabrería).
Tal como ocurría en ¨Los Caballeros...¨, ¨La Vida de Brian¨ presenta un repertorio de ¨gags¨ imparable, que traslada al espectador de una secuencia delirante a la siguiente, siguiendo a la vez una línea clara en la historia del protagonista, presentada a voz desgañitada por Sonia Jones en un inicio épico y cuya travesía está ocupada por alocados, anacrónicos y distorsionados personajes (ese centurión que no para de amargarle la vida, el hipócrita líder Reg, Poncio Pilatos y su mala pronunciación, el escuadrón suicida del Frente Judaico Popular o la temeraria Judith), haciendo Jones uso de una gran economía de medios, un gran número de extras y logradas secuencias animadas cortesía de Gilliam.

Con todo esto nos regalan un festival de ácidos diálogos, elaborados ¨gags¨ y momentos míticos de su carrera (la lapidación, la pintada en latín, la persecución de Brian por el desierto figurando el exilio y el encuentro con el anciano que ha hecho voto de silencio, ese Pilatos defendiendo el nombre de Pijus Magníficus o la sorprendente parodia de ¨Star Wars¨, uno de esos instantes por los que tanto se definía su humor único y sin comparativos). Y, por supuesto, la espectacular elegía a modo de musical, un inolvidable ¨Always Look on the Bright Side of Life¨ que, en un alarde de optimismo contra el sufrimiento demoledor de la injusticia, comienza el buen Idle...
Y evoluciona hasta un cántico colectivo más poderoso que cualquier Padrenuestro. Dicho momento catártico se convirtió en uno de los más controvertidos de la época, pues los miembros eclesiásticos de las altas esferas vieron una burla sangrante sobre el padecimiento de Jesucristo en la cruz. Los cómicos sin embargo se defendieron con la palabra de que consideraban a Jesús no como un bufón estúpido, sino como alguien que realmente transmitía un mensaje digno noble y unificador...pero que ¨por supuesto también tuvo que ser un tipo con un gran sentido del humor¨.

Puede que haya otras joyas que parodien la Historia, los estragos causados en ella por la crueldad de los imperios y la facilidad de usar la fe para embaucar a la Humanidad (¨Dos Horas menos Cuarto antes de Jesucristo¨, ¨La loca Historia del Mundo¨, la española ¨La Biblia en Pasta¨...), pero nadie logrará arrebatarle el lugar privilegiado que ocupa Brian, allá, sentado a la diestra del Dios padre, quien no hace más que reírse con su trágica pero aún así divertida aventura.


De Hombre a Hombre De Hombre a Hombre 14-10-2022
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Después de que el chico haya terminado de hablar con el, para él, hombre misterioso, éste monta de nuevo en su caballo y parece encaminarse hacia una nada distante e infinita.
El significativo encuadre sostiene en primer plano las dos cruces de las tumbas de manera que el hombre, mientras se aleja, queda en medio de ellas...

Si este hubiese sido el final de la película que nos ocupa desde luego no se podría haber concebido mejor, ni haber plasmado con tanto acierto el título en inglés que se le dio para su distribución en EE.UU. (¨Death Rides a Horse¨). No es el caso, de todas formas, de la original ¨Da Uomo a Uomo¨, que brota de un panorama donde las semillas que ha terminado de plantar Sergio Leone han germinado y se han extendido como quizás jamás pensaba que podría hacerlo; la Trilogía del Dólar ha concluido pero no el ¨spaghetti western¨, que año tras año sigue acumulando veintenas de títulos...
Y si bien la mayoría no merecen ni nombrarse éste sí, al menos como curiosidad histórica. A Giulio Petroni, un señor que venía curtiéndose sobre todo como director de comedias pero con una mirada ingeniosa e interesante, Alfonso Sansone y Henryk Chroscicki le proponen la idea de acercarse a un género donde él cree que podría probar sus habilidades a otro nivel; de este modo se unirá a los alumnos aventajados de Leone, ya que las conexiones con él no pueden ser más fuertes: para la gestación cuenta con la ayuda de su colaborador Luciano Vincenzoni y en el proceso acaban enrolándose su músico Morricone y la mitad del elenco de sus películas.

Pero Petroni demuestra que es capaz de crear momentos de gran fuerza y a partir de ahí hacer uso de su talento sin por ello verse a la sombra de otros; en un entorno de lluvia torrencial donde la furia y la violencia vienen con el sonido de los truenos a lo largo de un prólogo que es lo que impulsará la historia, sangriento, de muerte y maltrato realmente áspero cuyas secuencias nos vapulean sin piedad. Se instala el motivo más viejo del género y el cine: la venganza, y el tipo que va a desatarla es el pobre niño que ha visto morir a su familia a manos de unos demonios vestidos de bandidos.
Un punto de partida y un concepto, el de la búsqueda y el asesinato, nada originales que, debido a la intervención de Lee Van Cleef (aún afectado por sus problemas con el alcohol) viene a cruzarse, y de manera descarada, con la trama de ¨La Muerte tenía un Precio¨; sin embargo la maniobra del guión opta por una inversión de roles, y traspasa a John P. Law (quien aquí saca a relucir su faceta menos carismática y más tediosa) lo que movía al anterior en la obra de Leone. Pero en su papel del ex-convicto Ryan, si bien es verdad que va buscando una compensación económica, también es la venganza su motivación, no es el dinero.

Y su lazo con Bill se averigua más profundo y dramático que la sociedad creada por mera cuestión monetaria con el cazarrecompensas de Eastwood, si bien la relación entre esas dos parejas, casi de padre e hijo, es exactamente la misma; en ella es donde de mejor manera luce el ingenio y la soltura de Vincenzoni para los diálogos, plenos de acidez y una deliciosa socarronería que da pie a impagables conversaciones y duelos discursivos. Este humor hace acto de presencia en instantes donde pareciera que el director, de algún modo, se burla maliciosamente, incluso parodia, el toque negro tan característico del cine de Leone.
Si es verdad esto quedémonos para toda la vida con el duelo en el saloon auspiciado por el dramatismo que le da el pianista a las teclas de su instrumento; más que de Leone es el absurdo del ¨spaghetti¨ en un intento de llegar a la cúspide de su ingenio. Pero en líneas generales el film tiene poco de comedia por la forma en que Petroni imagina y modela el Oeste, también heredado de la visión desmitificadora de Peckinpah y su compatriota, y aunque él fue siempre un seguidor de los clásicos norteamericanos aquí no hay cabida para las epopeyas heroicas ni los grandiosos romances.

Héroes no hay porque han sido enterrados y devorados por el calor y las hormigas y ahora sólo quedan sus calaveras cubiertas por la arena. Este es el Oeste de la barbarie, el cinismo y la fechoría, apesta a mugre y carne podrida, los hombres que luchaban por la unificación y el progreso de la nación en el cine de Ford se convierten en sucios y brutales asesinos; esto ejemplificado en un soberbio Luigi Pistilli cuyo villano es el resorte clave para que ambos protagonistas, siempre actuando separados, se acaben uniendo de cuando en cuando hasta llegar a esa última parte en el poblado mexicano que destila todo el clasicismo del ¨western¨ de primer orden.
Quizás Hawks viene a la mente, también Sturges, pues si Leone optaba por el misterio y la ultraviolencia Petroni se decanta por el espectáculo y la acción, lo cual nos brinda con una fuerza visual y un sentido del movimiento notables (y es que este señor consigue alejarse de las torpezas técnicas de Carnimeo, Vari o Parolini gracias a que más allá del respeto por los ¨zooms¨ su manejo de cámara es preciso y no necesita de piruetas para hacerse notar, su pulso narrativo nos absorbe en los vaivenes del estereotipado argumento y tanto domina la intriga en interiores como el ritmo más frenético en exteriores, sin olvidar algunos planos subjetivos geniales que nos hacen sentir toda la ansiedad y el sufrimiento de los personajes).

En resumidas cuentas hace algo que muchos de sus coetáneos no: capturar lo mejor de la esencia pura y clásica del cine del Oeste y combinarla con su más moderno espíritu revisionario y la rebeldía impuesta por Leone.
Previsible o no y aunque la presencia de Law incordie más que otra cosa, aquí hallamos a un director de mucho talento e ideas muy claras acerca de su visión del Far West y los individuos que lo pueblan, del que hizo gala en otros títulos, pero ya sin igual maestría. Por otra parte podemos gozar de una de las piezas más memorables de Morricone.


Pasajero 57 Pasajero 57 14-10-2022
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Cuando un grupo terrorista encabezado por un psicópata sin escrúpulos asalta el avión donde vas más te vale contar con que esté a bordo alguien capaz de resolver la situación.
Y si no tienes a John McClane, ni a Casey Ryback, ni a John Matrix a mano...¡pues confórmate con John Cutter, el negro al que debes apostar!

Llegan los años 90 y vuelve en todo su esplendor el cine de acción más pirotécnico y palomitero que se pueda imaginar, gracias principalmente a los grandes avances logrados en los efectos especiales; la secuela de ¨Jungla de Cristal¨ (una innecesaria mediocridad en mi opinión la que se sacó Renny Harlin de la manga) inicia gloriosa esta década, donde los grandes desastres, los feroces terroristas y los héroes inmortales inundarán la cartelera. Aumenta la violencia y la oscuridad en algunos aspectos, pero el rastro inocente, disparatado y desenfadado de la década anterior aún perdura.
Uno de los subgéneros más revisitados será el de las posibles catástrofes a bordo de transportes; por ejemplo los peligros a bordo de aviones, que tanta popularidad tuvieron en los 70, vuelven a tomar su importancia. De este modo veremos títulos imprescindibles para todo aficionado que se precie (bueno, tampoco tan imprescindibles...) como ¨Decisión Crítica¨, ¨Air Force One¨, ¨Turbulence¨, ¨Con Air¨ o la nombrada ¨Jungla de Cristal II¨; en este potaje se cuece ¨Pasajero 57¨, que surge de una idea un tanto disparatada del cineasta Stewart Rafill, con un protagonista del perfil de Clint Eastwood en mente...

Pero como los productores no le permiten escribir lo que quiere deja la historia a otros dos guionistas, Dan Gordon (¨Gotcha!¨) y David Loughery (¨Star Trek V: La Última Frontera¨), la dirección pasa a manos de un actor y director llamado Kevin Hooks, muy asiduo al medio televisivo, y lo que iba a ser un vehículo más para Sylvester Stallone acaba siendo protagonizado por un célebre Wesley Snipes que a partir de entonces se aficionaría mucho a repetir este tipo de roles. Un punto clave de estos films (y que me saca de mis casillas): al protagonista le tienen que reiterar (aquí su patético compañero Delvecchio) que es el mejor en su trabajo.
Así sabemos que nada ni nadie podrá pararle, claro está, cuando le toque el turno de acabar con los malos; sin embargo antes de la presentación de Cutter conocemos al cabecilla de los anteriores, el terrorista Charles Rane, cuya presentación nos sugiere a alguien sádico, inteligente y muy interesante. Y estoy en lo cierto si me atrevo a afirmar que él es el verdadero motor de este previsible y atropellado film de acción, y no el arquetipo de héroe encarnado sosamente por Snipes, a quien, para evitar el exceso de chulería, se le brinda un pasado traumático y doloroso (algo no necesario en los 80).

El caso es que embarcamos junto a este ex-jefe del Servicio Secreto y Rane a Los Angeles, aunque el trayecto cambiará de rumbo rápidamente; si algo hay que agradecer a Hooks es eso, su sentido del ritmo y el tiempo, logrando un producto de rápida degustación que no llega a resultar aburrido. Y eso a pesar de todas las insípidas conversaciones, las malas peleas (Snipes no pelea, los enemigos se esperan y se dejan pegar...), los chistes idiotas metidos con calzador y a destiempo y personajes más bien mediocres, típicos y un tanto detestables (como el compañero de Cutter o esa azafata que pretende hacerse la dura heroína pero nunca llega a conseguirlo).
Incluso a pesar de un desvío en el argumento (tan extraño que parece improvisado) como es el abandono del avión y la trepidante persecución por la feria en una Louisiana cuyos ciudadanos están retratados de un modo atroz y avergonzante (los policías de ¨Acorralado¨ parecen más listos y menos cazurros al lado de éstos). Todo se deja para el gran lucimiento de ese protagonista duro como el acero y erigido salvador de todas las vidas; el triunfo está con él, sí, pero otra vez es Rane quien atrae realmente nuestra atención, personaje en el cual el guión debería centrarse y profundizar más (como sucedía en aquellos films de los años 70, el villano era el protagonista).

El bueno de Snipes toma ejemplo de los otros héroes del género (Schwarzenegger, Seagal, Van Damme, Willis) e intenta poner todo su potencial para resultar medianamente carismático, y hay que decir que no le sale del todo mal la jugada; Bruce Payne, muy acostumbrado a papeles de malo, se lleva los mejores momentos, las mejores frases, y hace de su extraño Rane alguien que sabe inspirar amenaza y temor con sólo articular un gesto. Por otra parte Tom Sizemore, eterno secundario, se quiere hacer el gracioso para caernos bien cuando en otras ocasiones no le hizo falta (¨Salvar al Soldado Ryan¨, ¨Asesinos Natos¨, ¨Amor a Quemarropa¨...).
Destaca también el correcto Brunce Greenwood y una jovencita pero igualmente preciosa Elizabeth Hurley, quien se presenta con una de las conversaciones más estúpidas y menos oportunas que he tenido el disgusto de escuchar, siendo su receptora esa Alex Datcher en un papel increíble (por absurdo), que no transmite absolutamente nada y que desde el primer momento dan ganas de agarrarla por el cuello y meterle la cabeza en una de las turbinas del avión. Desde luego un villano como Rane se merecía un reparto mejor para acompañarle, pero ¨Pasajero 57¨ está lo más lejos de ser un film serio, claro.

Una concisa y efectista película de acción de los 80 realizada en los 90. Sabemos que por último el avión aterrizará bien, el malo lo pasará mal (no os diré cómo, que merece la pena verlo), el héroe se llevará a la chica y para rematar habrá hasta cohetes de fondo, ¿acaso podemos pedirle más a ésto?
Después Snipes y Payne (quienes por cierto no usaron dobles en su enfrentamiento final) regresarían a esto de los aviones y otras aventuras de altos vuelos, y el primero le tomaría el gusto a seguir desempeñándose como estrella de la acción.


Corazón de Hielo Corazón de Hielo 14-10-2022
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Todos tiemblan ante él por muy duros que se pretendan, acaban sucumbiendo ante sus artimañas y sus desmanes sin conciencia.
No se trata de ¨Rocky¨ Sullivan ni de ¨Cody¨ Jarrett, pero al igual que ellos tampoco se anda por las ramas...

En el cine negro o de criminales de los 30, James Cagney es el que quizás mejor supo encarnar la figura del violento gángster (pesar a que Paul Muni creó escuela con su Tony Camonte). Pero Cagney tenía algo especial: su carácter, su presencia imponente, su implacable carisma y su afán por defender las causas justas; todo aquello le valió para ser recordado eternamente en sus roles de ¨El Enemigo Público¨, ¨Ángeles con Caras Sucias¨ o ¨Los Violentos Años 20¨ (aunque interpretara a villanos).
Ya en la siguiente década fue visto en producciones muy versátiles, en muchas colaborando su hermano William, con quien creó su propia firma; sin embargo una explosiva película vuelve a reubicar al actor, ya con 50 años, dentro del género que le dio la fama tiempo atrás: ¨Al Rojo Vivo¨, realizada bajo el auspicio de Warner Bros. por un sensacional veterano, Raoul Walsh. Un éxito en su momento y hoy una de las obras imprescindibles de la ¨crook story¨ clásica...éxito que parece desearon repetir tan solo un año después con la adaptación de ¨Kiss Tomorrow Goodbye¨ de Horace S. McCoy, genio del suspense y el ¨hard-boiled¨.

El seleccionado para volver a convertir a Cagney en duro criminal es Gordon Douglas, humilde y talentoso artesano de longeva carrera, no muy conocido como otros tantos salvo para los auténticos cinéfilos, que contaría en su haber con clásicos de dispares géneros como ¨Río Conchos¨, ¨Sólo el Valiente¨, ¨La Humanidad en Peligro¨ y por encima de todos éste que nos ocupa. Si ¨Al Rojo Vivo¨ se iniciaba con un intenso atraco para más tarde llevarnos a la cárcel, ahora el punto de partida es un juicio donde un expeditivo fiscal señala el espíritu de malnacidos y podridos de los acusados.
Esa voz de la razón que apela al sentimiento de justicia tan inquebrantable para el ciudadano americano, y la de los mencionados acusados, son las responsables de romper la narración hacia un pasado no lejano donde el instigador de todo el caos que aún no conocemos, el principal acusado, sigue vivo. Se llama Ralph Cotter, y como es de esperar posee los rasgos de anteriores personajes de Cagney (un trasunto de Jarrett nada disimulado); aquí ya está en prisión, pero la trama arranca con su huida, frenética y bien calculada por parte de Douglas. Le seguiremos a él y a sus compinches hacia una intriga de diversas bifurcaciones y sorpresas.

El ¨corazón de hielo¨ de la traducción está bien justificado desde el primer momento, pues a Cotter no le tiembla el puso a la hora de deshacerse de su compañero herido y hermano de Holi, la chica que le ayuda a fugarse; nos hallamos ante un gángster iracundo e imprevisible, una suerte de forajido desconfiado y furiosamente individualista capaz de desarrollar excesivas cotas de violencia con tal de conseguir sus fines, incluso si nunca resultan lógicos, y de manipular a todo ser humano que se cruce. Quizás se establece una mayor distancia en comparación con su homólogo Jarrett.
El guión en este caso no desea crear un nexo de empatía para con el espectador, ni con él ni con los demás que le rodean; el guión (y antes el texto de McCoy) describe a conciencia a unos personajes sumergidos en una sociedad tan malograda como ellos, una sociedad injusta, sucia, brutal, hipócrita y corrupta desde todos sus puntos, dejando en la más negra de las bajezas a los clásicos defensores de la ley (el abogado, el policía, incluso el intelectual orador que estafa a sus seguidores). Con la intromisión del inspector Charles Weber la violencia, el chantaje y la traición servirán a Cotter y sus acólitos para unirles en camaradería, todo ello con un objetivo en mente: un atraco muy beneficioso.

Mientras tanto observaremos las artimañas del villano protagonista, monstruo situado en el centro de este desasosegante entorno con el fin de pudrirlo aún más, sobre las dos féminas de la historia: Holi, chica desconfiada y débil que no simboliza sino una propiedad, un mero objeto (como la Verna de ¨Al Rojo Vivo¨), y Margaret, una chiflada escudada en apariencias, hija de un hombre poderoso de la alta sociedad y prendada de Cotter (y viceversa) como resultado de una atracción psicológicamente masoquista. Este personaje, muy estomagante, es uno de los fallos de la narración, no ejecutada con la misma precisión que la de Walsh.
Una narración de desvelos a menudo incoherentes y chocantes, quizás debido a que ese es el carácter de su protagonista. Al final todo se convierte en una típica historia de criminales y atracos en la tradición más pura del ¨noir¨, pero resuelta con solvencia, con una mano hábil como la de Douglas, quien sabe arrastrarnos sin concesiones al fondo de una atmósfera viscosa, cruel e implacable; la guapísima e interesante Barbara Payton se desenvuelve correctamente, al igual que Helena Carter, y Ward Bond (habitual de John Ford) se presenta imponente, a veces incluso más que Cagney, de nuevo en la piel de ese ogro de sombrero y pistola que tan bien le ha sentado desde hace años.

Difícil no temblar ante su presencia, y para demostrar esto sirva de ejemplo la pelea entre Cotter y Mason en el taller, donde el primero hace uso de su más extrema violencia para terminar la cámara filmándole desde el interior de un agujero en un soberbio y aterrador contrapicado (Douglas y su director de fotografía J.P. Marley elevan el supense a un momento de tangible horror).
Pese al carisma de Cagney, el talento del director y un clímax sensacional, fue considerada una pobre copia de ¨Al Rojo Vivo¨ y no funcionó demasiado bien en su momento. Puede que el tiempo la haya tratado con más amabilidad; los fans hallarán ni más ni menos que un áspero y crudo ¨thriller¨ sobre la corrupción y vileza en estado puro del criminal.


Algo pasa con Mary Algo pasa con Mary 14-10-2022
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¿Qué tendrá esta chica que tanto nos enamoró? A pesar de ser ese icono sexual de tiempos de preadolescencia por culpa de ¨La Máscara¨, personalmente no me apasiona Cameron Díaz...
Pero Mary sí, a mí y a todos, mataríamos por ella, y es sin duda la musa del cine de los Farrelly.

Los incorregibles y gamberros hermanos, dispuestos, como otros coetáneos, a darle la vuelta a la comedia americana a mitad de los 90; sin embargo, según parece, su todavía infravalorada ¨Kingpin¨ no fue el éxito que esperaban, por lo que contemplaban bastante negro su futuro en el mundo del cine...de no ser por una idea tan idiota como jugosa que se les ocurrió a dos guionistas (Ed Decter y John Strauss) tras ver a una profesora de aerobic desnuda frente a su ventana (¡!). Los recuerdos juveniles afloran durante un prólogo donde conocemos a un Ben Stiller más patético de lo habitual camuflado como Ted.
Los hermanos revisionan la ¨high school teen comedy¨ ochentera con cierta nostalgia, mientras el gran Jonathan Richman y Tom Larkins nos cantan, a modo de coro griego, la propia historia que vamos a ver (dando a todo cierto aire de tragedia); pero estos directores, que se distinguen por su mala uva, capitulan los 80 con el chasquido de una cremallera como remate a esa secuencia que es el paradigma del tipo de humor y la forma de ejecutarlo que les hizo tan famosos: configurar un ¨gag¨ en torno a una broma de mal gusto y escatológica y recrearse en ello y extenderlo hasta irritar al espectador tanto por la vista como por los oídos (de especial atención aquí...).

Muy difícil es no sentirnos como el pobre Ted durante este arranque, enamorados de esa chica perfecta que pasó por nuestro lado en el instituto, quizás como Mary, la ¨popular girl¨ con quien todos los demás soñaban pero, pensábamos, nadie la amaría como nosotros. Díaz se transmuta en un ideal femenino de fantasía, a la vez de carne de hueso, pues Mary es ni más ni menos que la benefactora de una comunidad, bondad encarnada, y no por ello menos torturada o invadida por las ilusiones más mundanas. Querríamos ir a buscarla como el protagonista, por supuesto.
Y la tendencia de los Farrelly de retorcer y agriar la esencia romántica a base de inmiscuir elementos perversos y tóxicos en ella se inicia con la aparición de un detective privado, el más estrafalario del país y responsable de conducir la trama a lugares insospechados (si bien el tema del sabueso que se enamora de la mujer que sigue no es nada nuevo). Entonces la película va a desarrollarse a varias bandas, todas masculinas, pivotando alrededor de una figura femenina que hechiza y manipula sus sentimientos, solo que en esta ocasión la ¨femme fatale¨ adquiere su condición de absoluta inocente por derecho propio.

Por desgracia todo el universo que la envuelve, desde la óptica de los Farrelly, está preñado del egoísmo, la hipocresía y el afán por aparentar que parece invadir tanto a hombres como a mujeres; no podría ser este un escenario más dominado por la maldad, de psicópatas peligrosos a perdedores indignos, y en general todos los personajes manipulan, traicionan o se burlan del resto de inocentes, y esta fatalidad, en un alarde de su hiriente estilo (propio de esa comedia negra que alcanzaba su punto álgido desde mediados de los 80), es usada por los directores para generar el humor, lo cual choca con la lógica, la moral y la sensibilidad del espectador y termina por incomodar. Pero lo consiguen y eso no es fácil.
Mary, imán de mala suerte, estará en mitad de todas las sacudidas emocionales, aun así incluso ella se toma un descanso de su bondad para burlarse de Ted, quien, en última instancia, parecer ser el único de los protagonistas por el que debiéramos sentir compasión, el que mejor conecta con los miedos y penas más profundas del espectador (sobre todo si es masculino) en esta sopa de equívocos plagada de diálogos frescos y chispeantes, personajes que por alocados y absurdos (impagables Matt Dillon, Lee Evans, Chris Elliott y en especial Lin Shaye) no quiere decir que no puedan ser reales, y un discurso brutal sobre una forma aterradora de percibir el amor.

¨Algo pasa con Mary¨, que aprovecha bien su colorido imaginario, se toma a broma pero también condena el amor idealizado y lleva a límites disparatados las consecuencias de aferrarse a ello perdiendo el sentido de la realidad, haciendo de la fijación una obsesión y del interés puro acoso y enfermizo ¨voyeurismo¨ (se hace hincapie en esto desde todos los ángulos, pues no hay casi ningún personaje que no se entrometa en la vida de otro y la haga pedazos). Sólo haciendo coincidir a los locos y que, a lo terapia de grupo de ¨Alguien voló sobre el Nido del Cuco¨, descubran ante ellos mismos sus locuras, puede ser la única solución viable.
Esto da pie a un clímax memorable con esa pobre Mary sin posibilidad de escape, perfecta alegoría de la fragilidad femenina subyugada al choque de egos masculino, siendo Ted un oasis de esperanza y dignidad al postularse en rechazar su amor por el bien de otro; escarbando nos encontramos con que a esta historia la adornan infinidad de capas y detalles a tener en cuenta, que tiene a la ¨Harold y Maude¨ de Ashby (de las mejores comedias negras y satíricas que dio el cine) como principal referencia para resaltar su tono corrosivo y chiflado, e inclinado con orgullo al mal gusto.

Y al fin y al cabo, como también le sucede al cine de Kevin Smith, ello no es sino el envoltorio controvertido e incorrecto (el 99% de las bromas, diálogos y situaciones son inviables hoy día) que deliberadamente recubre a una de esas empalagosas historias románticas que tanto nos alegra el día porque, a pesar de tantas vueltas, va a terminar como suponemos.
Al público no le importó y respondió en consecuencia, alzándose, tras arrasar en cines y salvar la carrera de los hermanos, como uno de los títulos más exitosos del momento y estandarte para la comedia que iba a dominar en el nuevo milenio.


Herida Abierta Herida Abierta 14-10-2022
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Corrupción policial, ¿en quién se puede confiar?, ¿quien es el traidor?, ¿cuántos se habrán mantenido honrados y cuántos se habrán dejado embaucar por su ambición?
Todas estas preguntas pueden derivar en una trama de lo más intrigante, llena de preguntas y sorpresas...

...como las ya vistas en ¨Asuntos Sucios¨, ¨La Noche cae sobre Manhattan¨ o ¨Infernal Affairs¨, por poner algunos ejemplos; sin duda un buen argumento si se saben aprovechar al máximo sus recursos...pero a menudo éstos no se aprovechan debidamente y de resultado tenemos una película como la que nos ocupa. Había empezado el nuevo siglo y mientras un puñado de nuevas estrellas irrumpían en el panorama del cine de acción las viejas aguantaban el tipo como podían...hacía tiempo que no se veía por ninguna parte a Steven Seagal.
Tras pasar con más pena que gloria por mitad de los 90 a raíz del fracaso de su debut a la dirección, ¨En Tierra Peligrosa¨, el actor llegó a protagonizar sus primeros films para el mercado del vídeo, al que poco después se acostumbraría; todo indicaba que su carrera había tocado fondo. No obstante, el mítico productor (de pésimas ideas) Joel Silver le resucitaría para un proyecto que significaría su ¨comeback¨ a lo más alto de la taquilla. Se trataba de la adaptación de la novela ¨Exit Wounds”, escrita por John Westermann, quien se basó en sus experiencias personales como policía.

Pero Silver tenía su propia visión de cómo trasladar el texto a la gran pantalla, por ello contó con la presencia de Anthony Anderson, el rapero de pasado (y presente) criminal Earl Simmons, conocido como ¨DMX¨, y el director de fotografía reciclado en cineasta Andrzej Bartkowiak, todo ello con la intención de capitalizar el éxito de ¨Romeo debe Morir¨, donde ya se reunieron los anteriores. ¨Herida Abierta¨ se refleja así como la consecuencia de la buena recaudación obtenida por aquella más que otro mero vehículo de lucimiento para el maestro del aikido.
La historia, precedida de un emocionante prólogo (lo mejor de toda la película) que deja patente la buena forma en que se mantiene Seagal pese a la edad y el aumento de peso, nos presenta a Orin Boyd, policía solitario, duro y regañado siempre por sus jefes que tras salvar al vicepresidente es condecorado con un traslado a la peor comisaría de Detroit, donde se verá atrapado en un escenario violento, salvaje, por encima del cual planean las sombras de la corrupción y en el que tendrá que soportar las exigencias de su jefa Mulcahy, hasta que conozca a Latrell Walker, un traficante de droga que hace tratos con la policía.

Pese a algunos momentos innecesarios que rebasan la delgada línea entre la comedia y la estupidez (como lo de la terapia de grupo), el film parece mantenerse decentemente apoyado en su intriga y sus buenas peleas, hasta que al cuarto de hora entra en escena ¨DMX¨ acompañado de un insufrible ¨hip-hop¨ y poco después de Anderson (que casi me hace echar la bilis con su actuación)...y todo se viene abajo. Se diría que Westermann no concibió así su novela, donde la duda, la constante conspiración y la incógnita que ocultan las difusas identidades, puras máscaras de artificio y engaño materializadas en esas placas de policía en la que se escudan tanto buenos como malos, son su motor esencial de principio a fin.
Un argumento que encajaría a la perfección con el estilo agrio y desmitificador de las novelas ¨pulp¨ de Westlake, de cineastas clásicos como Siegel, Lumet o Michael Winner (o de los títulos que Seagal protagonizó al inicio de su carrera), pero que queda reducido a cenizas por el empeño de Silver de seguir la línea de ¨Romeo debe Morir¨, inundando el film de una atmósfera ¨hip-hopera¨ que parece heredada de ¨A todo Gas¨ (reforzado por la presencia de Eva Mendes) y una simpática comedia transformada de un momento a otro casi en ¨buddy movie¨ (cuando Boyd forma pareja con George) cuya intensidad aumenta hasta alcanzar una absurdez incomprensible y una historia que desvela sus misterios de forma torpe y precipitada, incluyendo los modernos avances informáticos del nuevo siglo.

Una vez más en la industria hollywoodiense la vena comercial termina por asfixiar un producto con muchas posibilidades. Pero el colmo, aun demostrando Bartkowiak un talento innato para las secuencias de acción, es la poca veracidad y realismo de las peleas coreografiadas por el chino Dion Lam, unas peleas fantásticas llenas de piruetas y cabriolas; pareciera enteramente que estamos viendo un film de kung fu más propio de Jet Li o Jackie Chan que de Seagal, quien no deja de flotar en el aire y saltar como nunca; entre tanto, éste se muestra más simpático que otras veces, más dado al humor e incluso a la autoparodia (ojo a cuando destroza la silla o aparece de guardia de tráfico).
Y es que Silver no le dejó a sus anchas en esta ocasión, obligándole a cortarse su distintiva coleta y sin permitirle intervenir en el guión o en el montaje, como ya había hecho antes, pero aquél lo aceptaría sin rechistar (su urgencia de éxito era inmediata). A éste le siguen los patéticos Anderson y Tom Arnold (cuyos personajes, además de competir con su idiotez, ahorran muchos quebraderos de cabeza a la trama), unos correctos Isaiah Washington, Michael J. White y el mítico Bill Duke y las inexpresivas Jill Hennessy y Mendes, doblada (se consideró que su voz no era lo suficientemente inteligente) y sin ni siquiera aprovechar su atractivo físico, lo único que tiene a su favor.

Con todos sus fallos, ¨Herida Abierta¨ arrasó en taquilla, recaudando el doble de su presupuesto sólo en EE.UU.. Bartkowiak repetiría la exitosa fórmula en ¨Nacer para Morir¨ y Seagal lo intentaría, en vano, con ¨Al Filo de la Muerte¨. Aún resucitando brevemente, la carrera del maestro del aikido ya estaría condenada para toda la eternidad.
Sólo se salvan los siete minutos del prólogo y el que es el mejor diálogo del film: -Siempre he dicho que las mujeres conducís mal. -¡Estoy de acuerdo!


Arma Letal Arma Letal 14-10-2022
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A veces se dice eso de que la locura y la cordura van de la mano, sí, pero dicha frase no tiene por qué hacer referencia a un individuo solo.
Ahora veremos cómo una y otra van a encarnarse en dos hombres que se deben soportar y apoyar si quieren sobrevivir. La locura es Martin Riggs, la cordura es Roger Murtaugh...la combinación puede ser doblemente letal.

Podríamos afirmar, sin temor a equivocarnos, que nos hallamos ante la pareja más famosa y efectiva del cine de acción de los 80. Afirmación peligrosa ya que, desde que Walter Hill estrenara ¨Límite: 48 Horas¨ a comienzos de década (la cual, sin resultar una gran innovación en el policíaco, inauguraría una vertiente de lo más lucrativa llamada ¨buddy movie¨), hubo tiempo de que muchos dúos salieran más o menos exitosos de su encuentro con la taquilla. Sin embargo nunca se haría (ni se ha vuelto a hacer) con tanta eficiencia como en esta ocasión.
Surgido de la mano de un joven Shane Black con ansias de triunfar en Hollywood a base de rendir tributo a los ¨westerns¨ urbanos de los 70, el libreto de ¨Arma Letal¨ pasaría por varias manos antes de acabar en las del ejecutivo Mark Canton, quien pasaría el proyecto al célebre productor Joel Silver (apuesta segura para la taquilla pero de carácter conflictivo y hostil) y a un Richard Donner cubierto de gloria gracias a los bombazos que supusieron ¨Los Goonies¨ y ¨Lady Halcón¨, también deseoso de acometer el que sería su primer ¨thriller¨ de acción.

Tras un intenso e impactante prólogo, que marca el tono a seguir en el film hasta el final, se procede a la presentación de los protagonistas, precisamente donde reside la clave del éxito del mismo. Por un lado tenemos a Martin Riggs, quien responde al perfil del típico policía solitario, de turbio pasado, amargo y atormentado por la muerte de su esposa, un homólogo más joven del Harry Callahan ¨eastwoodiano¨ que anda por la cuerda floja de la moral habitando en un mundo gris cuyos cimientos aplastan cada vez más y más su débil espíritu, el cual no duda en arriesgar a cada momento que puede.
Un alma perdida y en descomposición que sin duda entra en conflicto con Roger Murtaugh, el clásico agente de la ley sensato, cuya templanza y silenciosa tenacidad son su seguro de vida, una vida compartida con una familia estable y cariñosa; los paralelismos que se establecen entre estos dos hombres son desde el primer momento inexistentes salvo por su trabajo, donde se unen bajo el auspicio de un recelo que dará paso a la amistad. Black utiliza su ingenio para derribar los convencionalismos de la época: aquí no hay ni rastro de ese modelo de pareja policial donde la hierática seriedad de uno se da de bruces con la excesiva comicidad del otro, que tanto encontramos en otros títulos del género.

Ni mucho menos. El trato de los personajes es esencial y el enfoque es realista y humano. Riggs y Murtaugh se complementan a la perfección, es más, parecen necesitarlo (así, la locura neurótica y masoquista que invade al primero sirve de resorte a las pulsiones más oscuras del segundo, tanto como ese ambiente familiar y cálido del que goza el segundo para acallar la angustia y la soledad del primero). Debido a ello ¨Arma Letal¨ posee un toque único, mucho más sombrío de lo que cabría esperar por todo el humor que atraviesa al film, no así un humor más ácido y negro (por obra y gracia de Black) que el que solía verse en las producciones del momento.
Una oscuridad tanto más evidente cuanto que las sombras de la Guerra de Vietnam parecen servir de mecanismo para toda la violencia desmedida que invade la trama, la cual se intensificará a raíz de que Rianne sea secuestrada encontrándose la pareja cara a cara con los enemigos. Genial vuelta de tuerca a una intriga policíaca de manual, en la mejor tradición del género, manejada con nervios de acero por un Donner que constantemente, y sin concesiones, nos arrastra al corazón de la acción, jugando un determinante papel en ello la buena labor de Stuart Baird al montaje.

Pero es en ese tercer acto donde la película toma un cariz realmente emocionante, desencadenándose un aluvión de violencia y brutalidad que raya en lo sádico (atención a la tortura de Martin) para desembocar en un desenlace de puro frenesí, ejecutando el director unas espectaculares secuencias de acción por las atractivas localizaciones nocturnas de aquellos Ángeles de mitad de los 80. No muchos ¨thrillers¨ del género (y la época) han sabido elevar tan bien la adrenalina en su último tramo como lo logra ¨Arma Letal¨; los resultados son viscerales y terriblemente entretenidos.
Aunque no sólo de acción, una gran banda sonora por parte de Michael Kamen y el legendario Eric Clapton y un perfecto manejo del suspense se nutre esta obra; si algo la hace destacar por encima de las demás es su cuidado tratamiento de los personajes, lo que perfeccionan las interpretaciones de un desquiciado Mel Gibson dispuesto a dar el salto definitivo en su carrera tras la saga ¨Mad Max¨ y un soberbio Danny Glover; fue la química de estos dos grandes actores la fórmula definitiva del éxito para el film. Pareja seguida de un elenco nada desdeñable donde cabe nombrar a un inquietante Gary Busey (genial en esta ocasión antes de que le diera por repetir una y mil veces los mismos papeles en el futuro), esa preciosa Traci Wolfe y los buenos Tom Atkins y Mitchell Ryan.

La taquilla respondió en consecuencia. ¨Arma Letal¨ se mantuvo en un inamovible primer puesto durante tres semanas logrando una recaudación de más de 60 millones de dólares sólo en EE.UU.. Para cuando llegó el fin de su carrera fílmica la obra de Donner ya se había convertido en una de las más importantes del género.
La descubrí en VHS a eso de los 13 años y por mis ojos han pasado muchas otras películas similares desde entonces...pero aún hoy día soy incapaz de hallar una que la iguale, ni mucho menos que la supere.


Por Encima de la Ley Por Encima de la Ley 14-10-2022
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Ex-miembro de la C.I.A., 7.º dan y cinturón negro en aikido y con contactos en la mafia; un policía implacable, lacónico e incorruptible cuya única misión es aplicar justicia mediante sus propios métodos a todos aquellos que crean estar por encima de la ley. Su nombre: Nico Toscani.

En 1.988 nuestro querido Schwarzenegger aparecía en ¨Danko: Calor Rojo¨, Van Damme en ¨Contacto Sangriento¨, Stallone retomaba a su veterano de Vietnam con la tercera entrega de ¨Rambo¨ y Bruce Willis decidía pasarse a la acción con ¨Jungla de Cristal¨; no obstante todos estos tipos duros se habían iniciado poco a poco en la industria del cine, a base de pequeños trabajos hasta alcanzar el éxito. Steven Seagal no, él simplemente apareció, irrumpiendo cual apisonadora en el panorama hollywoodiense a raíz de ésta, su primera y quizás mejor película: ¨Por Encima de la Ley¨.
Emigrado a Japón con poco más de 20 años para convertirse en experto en artes marciales, este natural de Michigan de vida misteriosa y turbulenta y un carácter arrogante hasta la náusea se fraguó un nombre tiempo después como maestro de aikido, guardaespaldas y coordinador de secuencias de lucha en el cine, convirtiéndose en entrenador del mismísimo Sean Connery (a quien le dislocó el hombro por accidente durante un ensayo). Pero su gran ambición era llegar a ser actor profesional, algo que logró cuando el poderoso agente Michael Ovitz le presentó a los ejecutivos de Warner Bros., ansiosos de contar con su propia estrella de acción, para quienes acabaría realizando su sensacional debut.

El director contratado para el proyecto fue un Andrew Davis que estaba empezando a destacar gracias a ¨Código de Silencio¨, su anterior film, considerado el mejor de Chuck Norris (que tampoco es decir mucho), quien, aliándose con Seagal, ejerciendo de coreógrafo y productor, escribiría la historia, de claras referencias autobiográficas, aunque el hombre del aikido jugara a tergiversar ligeramente sus orígenes y sus tan difusas experiencias como supuesto agente secreto. Así comienza ¨Por Encima de la Ley¨, ofreciendo un pasado alternativo del actor, quien aparece en su ambiente predilecto (un dojo de entrenamiento) y bajo el nombre de Nico Toscani.
Todo ello antes de comenzar la trama, llevándonos al Vietnam de 1.973, durante los últimos estertores del espinoso conflicto; allí asistimos a la demolición de un concepto que casi siempre se ha visto en las películas sobre aquella guerra: no sólo mataban los vietnamitas, sino también los americanos, y muchos de ellos respaldados por organismos corruptos del gobierno. Este oscuro e intenso prólogo, que nos presenta el Mal enteramente encarnado en Zagon, traslada su acción a Chicago quince años más tarde, donde Nico vive apaciblemente con su familia y trabajando como policía en la brigada antidroga.

Pero esta tranquilidad va a ser interrumpida cuando Nico se vea inmerso en una enrevesada conspiración para asesinar al gobernador tras declararle la guerra a unos traficantes que comerciaban con explosivos; junto a su compañera Delores el astuto y duro policía deberá pararles los pies a asesinos profesionales y agentes corruptos al tiempo que sus superiores le hostigan constantemente. Con oficio, nervio y un talento innato para desenvolverse en la acción, Davis nos sumerge en una excitante cacería por la ciudad y en una trama llena de suspense donde se hace hincapié, una vez más, en la corrupción y ambición que tan presentes están en algunas organizaciones vinculadas con el Gobierno.
Todo ello mientras las negras sombras de la Guerra de Vietnam planean sobre la historia (no olvidemos que fue uno de los temas recurrentes durante los 80), sombras de las que indudablemente emerge toda la extrema violencia, crueldad e inhumanidad mostradas en la película, de cariz realista y auténtico por expreso deseo del actor. ¨Por Encima de la Ley¨ se perfila así como un policíaco visceral, seco, directo y desencantado (y no por ello menos dado al frenetismo y entretenimiento), heredero de aquellos ¨thrillers¨ realizados veinte años atrás y del espíritu de las novelas negras.

Mientras la emoción se acrecienta a raíz del duelo cara a cara entre Nico y Zagon, que conducirá la historia hacia un caótico e inolvidable final, Steven Seagal sorprende en el primero de muchos papeles similares que le darían fama y gloria en el futuro (o al menos por un tiempo); en las antípodas de los musculosos (super)héroes típicos de la década de los 80, éste ofrece una imagen fresca a raíz de introducir en el cine el aikido, mediante unas peleas dolorosas donde brazos y codos se rompen como plumas en el centro de la pantalla, a la vez que se esfuerza en una interpretación dramática y creíble, irrepetible en el resto de su filmografía (nunca volverá a actuar con tantos matices como aquí; incluso le veremos llorar).
Sirviéndose de su carisma e imponente presencia, Seagal logró hacer de su Toscani un moderno Frank Bullitt, un Harry Callahan de Chicago experto en artes marciales...en definitiva un héroe de acción en la mejor tradición del género. Le acompaña un notable plantel encabezado por la otrora reina del ¨blaxploitation¨ en los 70 Pam Grier (relegada sin embargo a un correcto papel secundario, a la sombra del protagonista) y el villano por excelencia del cine, Henry Silva, donde además tenemos a Chelcie Ross, Joe Greco, una Sharon Stone jovencísima y casi invisible aun dándose aires de gran actriz dramática y Ron Dean y Joseph Kosala, habituales del director, quien factura una de sus mejores obras.

El experimento se saldó con un gran éxito de taquilla, cuya recaudación casi triplicó su modesto presupuesto, convirtiéndose así en la primera de las muchas aventuras que Seagal protagonizaría para la Warner.
Pese a lo mal que envejeció el actor, encasillado para toda la eternidad en el cine de acción, ¨Por Encima de la Ley¨ se mantiene a día de hoy no sólo como el mejor trabajo de toda su carrera, sino como un auténtico clásico del género...por mucho que algunos lo duden o lo nieguen.


Vente a Alemania, Pepe Vente a Alemania, Pepe 14-10-2022
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Dejar la patria para ir a trabajar fuera es algo que los españoles llevamos haciendo desde siempre. Buscando dinero, buscando oportunidades, refugio o una salida...
Pero queda esa espina clavada. ¿Qué tendrá España que, pese a ser tierra de ladrones, pobreza e injusticia, la echamos tanto en falta cuando nos alejamos de ella? Y esa espina duele mucho.

Ese es el sentimiento que se palpa a lo largo de toda esta película por mucho que se mueva por los cauces del humor costumbrista de toda la vida; y es que su artífice es el sr. Pedro Lazaga, no sólo uno de los más grandes del género, sino de los mejores cronistas cinematográficos sobre aquellas épocas tan especiales para los españoles, como la del ¨boom¨ o la Transición. El director tuvo en Paco Martínez Soria a su mejor colaborador cómico, pero su nueva alianza con Alfredo Landa tampoco va a desmerecer, y tal vez el momento más recordado sea el de ¨Vente a Alemania, Pepe¨.
De la imaginación del buen dúo Vicente Escrivá/Vicente Coello se perfila esta historia de deseos, idas y venidas, risas y lágrimas, iniciándose desde esas amarillas tierras aragonesas que rodean Peralejos, un pueblecito como cualquier otro donde se va a misa, a tomar el tinto al bar de la esquina, a echar alguna que otra quiniela, sí...pero por la televisión se emiten programas donde aparecen unas mujeres que tienen a todos embobados. Y es que, aun con la presencia del General Franco, comienzan a asomar la libertad, la expansión y el progreso, y nada encarna mejor esos ideales que Angelino, recién llegado de Alemania y recibido como héroe.

Si algo bueno tiene Lazaga es su honestidad, y las intenciones de sus historias las deja claras desde el principio. Angelino como emisario de las delicias germanas, propagación del milagro de la emigración, que comparte con sus compatriotas ignorantes, quienes sólo pueden permitirse soñar...como Pepe; Pilar es realista y tan poco le gusta abandonarse al capricho de una tierra extranjera como convertirse su tierra en el capricho de los extranjeros cuando llegan las vacaciones. Sin embargo su novio sí ha sido embaucado...
El director efectúa la misma fascinación que embargaba a Soria tras aterrizar en la ciudad, y lo inevitable de la torpeza; Pepe viene para descubrir una verdad lo más alejada posible de las hazañas que les contaba Angelino: que en Alemania se vive de cualquier manera, excepto de sueños. Otro tipo de sueño asalta a los residentes de la pensión cuando nuestro aún alegre héroe desenvuelve sus pertenencias; Lazaga es inteligente y prefiere tratarlo todo a través de la óptica de la comedia, pero los sentimientos no engañan y podemos entender el grado de triste resignación al cual se han rebajado esos pobres que con tanto ahínco degustan el jamón, el vino y los chorizos, dejando a Pepe nada más que con las migas...

Aquí no hay tiempo de ilusionarse, ni siquiera de pensar en ligar (lo que ocuparán el 80% de las peripecias de aquél) pues la explotación es la base de la economía, y realizada por compatriotas españoles que sí han sabido sacar provecho de la codicia; la sensación de pérdida es terrible: la de ese humilde matrimonio que va a tener que renunciar a muchas cosas tras nacer su hijo, la de Pepe y Angelino, quienes se convierten en material de uso o cruel burla de los tiranos nativos (un ejemplo exagerado el del escaparate, pero no poco creíble), la de ese médico, encarnado por un soberbio Antonio Ferrandis, hace ya mucho tiempo acostumbrado a la soledad y la lejanía.
Veterano de la Batalla de Brunete (de los hechos más sangrientos de la Guerra Civil) y exiliado de su tierra por ¨no estar conforme¨, es muy fácil adivinar las intenciones de las crudas palabras de Emilio por mucho que se solapen con todo el cuidado debido a la censura (de estar realizado el film unos años después podría haberlo expresado abiertamente). Este fresco de personajes secundarios compone una sinfonía de extrema melancolía que huye del humor original y al que Lazaga prefiere apuntar para evitar el baño de lágrimas al espectador, al que por otra parte no es difícil llegar...

Y es que de ser la película despojada de todo rastro de comedia y ligereza, esto sería puro y duro neorrealismo de la escuela de De Sica o De Santis, con no pocos toques de Capra; llega cierto punto en que nos sentimos tan humillados, vapuleados y cansados como el pobre Pepe y sus queridos compañeros de pensión, cuyo único refugio al que pueden aferrarse para no terminar de perder su identidad española es ese pequeño bar que rezuma nostalgia por sus cuatro paredes. Lástima que la propia obra se boicotée a sí misma alargando el asunto de la bronca entre el protagonista y Pilar, algo menos creíble y más esperpéntico.
Incluso estos destellos de alocada comedia sólo sirven para volver a dejar un poso amargo en el espectador, inaguantable al llegar esa Navidad que el pobre Pepe debe pasar solo e inmundo; nunca apelará tanto Lazaga a nuestra complicidad como en ese instante, durísimo, donde aquél observa los bailes regionales típicos españoles por televisión. Quizás Landa da vida desde una necesaria exageración humorística a su héroe maño, pero su actuación es tan natural que su pena se contagia...

Y a quien no se le salten las lágrimas como a él durante ese momento es que no tiene auténtica sangre española en sus venas ni es capaz de comprender el alcance dramático al que aspira el cineasta. La conclusión es que el progreso y la adaptación a otra cultura para prosperar es un arma de doble filo muy poderosa. Puede que el optimismo termine por inundarlo todo (tampoco quiere Lazaga meter el miedo en el cuerpo de su público), pero su punto de vista y su discurso es más oscuro de lo que parece, de una crudeza que da escalofríos.
Pepe, lejos de convertirse en un reflejo de Emilio, alardea igual que Angelino de los beneficios que obtuvo del país alemán, olvidando el dolor. Dice que volverá; quizás lo haga y termine por acostumbrarse, por mimetizarse con el ambiente, y quizás ya nunca regrese a su tierra. Eso el director sí que lo piensa, pero no lo dice, y nos lo da a entender muy bien en este pequeño gran clásico de su tiempo.


Fuego Escondido Fuego Escondido 14-10-2022
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Gélida por fuera, moribunda por dentro y embargada por un deseo ardiente, quizás el de vivir de verdad, sin mencionar su melena pelirroja, rostro alargado, mejillas firmes, labios sensuales y mirada que a uno le remueve.
Será un nuevo álter-ego del prototipo de mujer que distinguió a Rita Hayworth profesionalmente hablando...

La clase de mujer capaz de trastocar la vida de un hombre y la amistad de dos. En la película anterior de Robert Parrish, ¨Lucy Gallant¨ (en castellano bautizada ¨Orgullo contra Orgullo¨), también éramos testigos de los esfuerzos de una empresaria por abrirse camino por sí misma desafiando todo tipo de convencionalismos, causando desconfianza en los demás y poniendo en una situación difícil al hombre que la ama. Retrato parecido el que se teje ahora alrededor de Irena, pero dotándola del sempiterno carácter de ¨femme fatale¨ que le atribuyeron a Hayworth.
El buen Irwin Shaw adapta una novela que el experto en literatura aventuresca Maxwell Catto escribiera poco antes, de nuevo bajo el pseudónimo de Simon Kent, y se lleva a términos de gran producción bajo el auspicio de Irving Allen y Albert Broccoli; más aún, significa el regreso de la neoyorkina al cine tras otra mala época marcada por el divorcio y la decepción, en esta ocasión por culpa del casi acabado actor y cantante Richard Haymes, a lo que se suma los asuntos de demanda a Columbia para acabar su contrato y librarse del posesivo Harry Cohn. Cuatro años transcurren entre ¨La Bella del Pacífico¨ y la que nos ocupa (con cuya protagonista, Sadie, también se comparte cierta semejanza...).

Como ella, los otros protagonistas de la historia no precisan de una concienzuda presentación; los marineros y contrabandistas Felix y Tony (justándose el veterano Robert Mitchum y el casi recién iniciado en la industria Jack Lemmon, los dos evidenciando una falta de química absoluta) se muestran y dicen como son nada más aparecer en pantalla. Filmada en Trinidad y Tobago, la fotografía de Desmond Dickinson nos asalta las retinas gracias a la intensidad del Technicolor, y realmente sentimos el calor de estas localizaciones caribeñas, de las que se extrae un atractivo exotismo, al que se suma el de la misma actriz.
Mala maniobra la del guión de destriparnos su pasado a poco de cinco minutos de haber aparecido, pues si algo debe poseer un personaje de Hayworth es misterio y secreto hasta las últimas consecuencias; lo que impulsa la trama es trasladar a esta eterna deambuladora de territorios a un sitio seguro lejos de los agentes de inmigración, pero su presencia, y como es lógico, termina de socavar la ya de por sí débil relación entre los hombres. Lo que más extraña es observar los cambios de carácter tan bruscos de esta pelirroja, mal definida se mire por donde se mire, y lo mismo sucede con ellos.

Entre preciosas playas caribeñas, calor sofocante y una secuencia de fiesta frenética donde tendremos que soportar ver a Hayworth contonearse por cuatro minutos sin ninguna justificación (uno de esos instantes típicos del Hollywood de la época que tanto demandaban los productores para atraer al público), se mezclan el drama y el romance y toma mucha importancia el valor de la amistad...sin embargo narrado de un modo tan tedioso que es imposible escapar del sopor. Algo de aventura a la antigua usanza asoma cuando la primera parte del film termina, de repente, sin previo aviso, dejando miles de situaciones por resolver.
No es muy inteligente (ignoro si está también confeccionada así la novela) construir un creciente suspense y tensión basada en las emociones alrededor de unos personajes de fuertes personalidades y torturadas existencias para luego desviar la atención e iniciar un nuevo argumento; de hecho estamos viendo otra película distinta, y por cierto sólo protagonizada por Lemmon, quien se esfuerza al máximo por hacer sobresalir sus dotes dramáticas. Esta película se desarrolla en el interior de una embarcación cuya carga puede explosionar de un momento a otro tras haber chocado con otro barco.

Ahora, más que en una producción de Irving Allen, pareciera que estemos en una de Irwin Allen, como si esto fuese la versión temprana del cine de catástrofes que explotará dentro de poco en Hollywood, centrándose la cámara de Parrish en otro tipo de tensión, la de la supervivencia y el esfuerzo de un equipo en una situación de rescate a contrarreloj; el actor de Massachusetts transmite al mismo tiempo compasión y desdén (es difícil entender al personaje), mientras por ahí deslumbra la presencia de Herbert Lom como el capitán. Como trama independiente se sostiene mejor que la anterior, pero no funciona compartiendo sólo la mitad del metraje.
En un mundo cinematográfico ideal ambas historias habrían aparecido separadas, en dos trabajos diferentes, por ello la nueva intervención de los casi olvidados Felix e Irena resulta atropellada, torpe, extraña, una maniobra de melodrama de serie ¨B¨ flojo, cuyo hedor lleva impregnándose desde el principio. Y termina Parrish de rematar estas vueltas de tuerca incomprensibles con una dosis de moralina innecesaria (hasta veremos a un doctor haciendo las veces de confesor), tanto más cuanto que la relación entre el trío protagonista ni cambia ni se lleva a otros términos, simplemente se queda como está...

Al menos se nos podía haber mostrado qué sucedía con Felix e Irena en la isla mientras Tony sufría su calvario personal; de ser así el argumento habría ganado mucho, pero por desgracia no hubo esa suerte...
Aun apoyada en el carisma de sus actores (voy a destacar también a Bonar Colleano y Edric Connor) y su gran despliegue de medios, ¨Fire Down Below¨, y era de esperar, no entusiasmó como debiera a los críticos y fracasó en los cines. Todo lo anterior desaprovechado; un mal retorno para la que en otro tiempo fuera una de las diosas de Hollywood...


Mujer sin Pasado Mujer sin Pasado 14-10-2022
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Lo que los acusados oyen acerca de ellos no es su vida, es una sombra falseada de su vida, de lo que se deduce una verdad equivocada.
Una verdad oculta por miedo de descubrir un interior de pesar y tristeza; ¿de hacerse los sentimientos se desbordarían?

¿O sería más conveniente enterrarlos en un jardín marchito rodeado de un muro infranqueable de piedra caliza como los que rodean la bonita mansión solariega de la sra. St. Maugham? En ella tiene lugar un conflicto de emociones y secretos, convenientemente enclaustrados, en ella es donde toma forma y nace una de las obras más aplaudidas de la carrera de la inglesa Enid A. Bagnold, estrenada tras mucha dificultad a mediados de los 50 y aclamada por su retrato humano ingenioso, agudo y melancólico, en un marco de personajes compuesto en su mayoría por mujeres.
Tarda un tiempo en llegar su versión cinematográfica, después de ser cancelada por Paramount; el celebérrimo productor Ross Hunter se hará con los derechos y arma un casting de primer nivel que incluye a la prestigiosa Edith Evans (la primera opción, luego descartada, para encarnar a Maugham en la función teatral), John Mills, su hija Hayley (estrella rutilante del momento cuyo talento evidenció tanto para las comedias infantiles como para los dramas) y Deborah Kerr. Tras dirigir a Judy Garland en su último papel, el hábil artesano Ronald Neame se ocupa de trasladar el texto de la de Rochester, que, como de costumbre, mantiene algunas diferencias notables.

En la historia de ¨The Chalk Garden¨ entramos con los ojos de la srta. Madrigal, recién llegada a la casa, que de algún modo parece perder la madeja de desolación, la tristeza de DuMaurier y avivar su emoción de un modo distinto gracias a la suave fotografía en Technicolor de Arthur Ibbetson. No necesitamos de nuestros instintos; desde el primer momento los mismos individuos nos hablan de su atmósfera extraña, lo que acrecienta la sensación de agobio, reforzada por la gélida presencia de Maugham, la lucidez mordaz del mayordomo Maitland y sobre todo la fuerza arrolladora y despreciable que exhibe Hayley Mills como Laurel.
No para la invitada. Kerr revive a la Giddens de ¨Suspense¨, otra mujer a cargo de un misterio íntimo conducido por niños, aunque aquí se invierte su sentido y el que envolvía a Flora y Miles es transferido a la misma institutriz, mientras que la niña ocupa un drama definido por el odio y la tragedia familiar, cuya semilla está en unos referentes paternos ausentes, y regada con la áspera y falsa afección de una abuela cuya hija (Olivia) se decantó por la libertad y el amor verdadero en lugar de la castración y la obediencia abnegada, usando su poder para castigarla a través de su nieta (nada más que una ¨figurita de porcelana en una repisa con algunos defectos¨).

Neame maneja con sutileza la opresión que desprende este clima enrarecido, de malvada posesión disfrazada de amor benevolente, y figura esa incapacidad humana en un jardín exterior donde nada puede germinar, rodeado de muros, sin la presencia de abono ni luz solar; así, los aborrecibles actos de rebeldía, capricho y desdén de Laurel (Mills se esmera en lograr el nuestro desde que aparece en pantalla) esconden una soledad mucho más profunda, que sólo desea camuflar bajo el cinismo y la pretensión de dominio sobre todas las cosas. Maitland, otro ser torturado por el pasado traumático, tal vez intenta hallar en ella un sustitutivo de lo que perdió en un accidente de coche...
Pero alrededor de la institutriz, llegada de ninguna parte, sin pasado ni futuro, en apariencia transparente, se arremolina la auténtica intriga (que cual detective de novela barata intenta desentrañar Laurel y así nosotros, devorados por la incertidumbre). John M. Hayes, quien elaboró los guiones de ¨La Ventana Indiscreta¨ y ¨¿Pero quién Mató a Harry?¨, expone esos instantes de misterio con una absorbente sobriedad bien captada por el dominio de los elementos formales de Neame (claroscuros, movimientos de cámara, composición escénica (evidentemente teatral) ).

Con ello se elimina todo rastro del humor leve de la obra de Bagnold, y a su vez algunos personajes que aquí jamás aparecen (¿qué fue del extraño mayordomo del piso de arriba?) o ciertos detalles que caracterizan a los protagonistas y que cambian en función del enfoque melodramático de Hayes (por ejemplo, Kerr no logra captar la inmensa agonía de su institutriz como sí lo hizo Siobhán McKenna en su original papel teatral). Tampoco ayudan las (obligadas, por supuesto) tomas exteriores que salen de la mansión y rompen con el ambiente y el estilo.
A veces el director consigue, como en el encuentro de la anterior y Laurel a las orillas del acantilado tras su repentina huida, unas imágenes de sólido impacto dramático, si bien cuando de verdad pone de manifiesto su destreza es en otro instante de interiores: la revelación del atroz pasado de la institutriz (que debería de haberse retrasado hasta el final) o el duelo climático entre ésta y la abuela. Los ocasionales destellos de humor son meros añadidos torpes y fuera de lugar para rebajar la tensión psicológica y atmosférica (¿Mills enganchada a una rama por el cinturón de algodón de su vestido?, esto no es una de sus comedias de Disney, por favor...).

Tal vez el fallo más grande de Bagnold, y el mismo que comete Hayes, es dibujar una figura materna demasiado piadosa, postulándose como la única posibilidad de salvación para la niña desolada (esto, en opinión de un servidor, y dicho con conocimiento de causa, no es cierto de ningún modo).
Se persigue el alivio del público, típico del melodrama, pero jamás se revela el misterio sobre la niñera, un gran acierto. Sin ser un Sirk o un McCarey, el director de las futuras ¨Los Mejores años de miss Brodie¨ y ¨La Aventura del Poseidón¨ cumple otra vez y con creces su labor en el género.


Poli de Guardería Poli de Guardería 14-10-2022
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El panorama hollywoodiense está cuajado de celebérrimas estrellas de la acción, pero, ¿cuántas de ellas han sido capaces de funcionar en otros lindes con buenos resultados?
Seguramente ya no tantas, por lo menos en el género de la comedia.

Descartemos a Bruce Willis porque él venía precisamente de allí y a Jackie Chan porque el humor siempre ha acompañado su estilo, ¿con qué nos quedamos? ¿Con Sylvester Stallone? Desde luego que no. Puede que el forzudo austriaco que saltó a la fama encarnando a uno de los villanos más memorables de la ciencia-ficción sea el que mejor ha conseguido amoldarse a la comedia. Y ello lo demostró poniéndose en manos de Ivan Reitman en la inesperada (por los fans) ¨Los Gemelos golpean dos Veces¨. Aunque algunos lo nieguen eran los años de Schwarzenegger; cada película que hacía, las cuales no compartían el mismo género, arrasaba en taquilla como un huracán.
Su entrada en la década de los 90 junto a Paul Verhoeven en ¨Desafío Total¨ no pudo ser mejor, pero entre esta extrañamente fascinante maravilla del ¨cyberpunk¨ y la explosiva aunque muy innecesaria secuela de ¨Terminator¨, el actor se reuniría con Reitman, tras el (bendito) rechazo de Bill Murray, para volver a poner a prueba una vez más sus dotes para la comedia. Pero poco, o nada, puede hacer pensar al espectador que se halla ante una película de humor teniendo en cuenta el estilo y la atmósfera que reina en el primer tramo de la película, pues más bien parece que estemos ante un nuevo y musculoso ¨thriller¨ del austriaco, tan violento e irreverente como todos los anteriores.

Su álter-ego, John Kimble, tampoco se aleja de sus héroes de acción previos, un expeditivo agente de policía que hace las cosas a su modo y que luce aún más temible que el John Matrix de ¨Commando¨, cuya misión es cazar a Cullen Crisp, un peligroso y muy patético criminal al que ya está cansado de seguir la pista durante tantos años. Tras una graciosa referencia a ¨Terminator¨ (la búsqueda de la rubia luciendo Kimble unas pintas como las de Reese y llevando, para más inri, una escopeta escondida) Reitman subvierte el orden del policíaco y las claves de la trama asignando al protagonista una divertida compañera y haciendo viajar a ambos a la lejana Oregon para un trabajo de incógnito.
Y ese es encontrar a la esposa y al hijo de Crisp antes de que él los encuentre primero. En el avión unos niños sacan a Kimble de sus casillas, que los amenaza con partirlos por la mitad, signo inequívoco de advertencia, y muy conveniente ya que ese va a ser el peligro al que se tenga que enfrentar. Nueva sorpresa: para el espectador de la época, Schwarzenegger era invencible, así que, ¿cómo imaginar al gigante del cine de acción, quien ya se había enfrentado a terroristas, asesinos, policías corruptos y seres de otros planetas, viéndose acorralado, desquiciado y sometido por unos niños de guardería?

En eso radicaba el alma del film. Durante un buen trecho, y pese a ciertas intromisiones de Crisp y la zorra de su madre, mil veces peor que él, el director desata la diversión en torno a esos niños que se disponen a hacer de la vida del policía un auténtico infierno, mientras un romance asoma entre éste y la madre de uno de sus alumnos. Tan poco tarda Kimble en ganarse el afecto y el cariño de los profesores y los pequeños, trastos y peculiares como ellos solos (bueno, así son los niños...), con el añadido de dejar sin aliento a toda madre soltera que se le cruza en su camino, como el del público.
Reitman y sus guionistas no cambian la mentalidad del héroe, que en ningún momento deja de actuar como policía, por lo que sabe que la disciplina es el camino más adecuado para educar a los niños, y eso mismo quieren hacernos saber. Kimble deja de ser una figura aterradora (de hecho cambia de aspecto) y asume su nueva identidad, la que de algún modo siempre se hallaba latente en él, la que perdió junto a ese hijo cuya existencia nos confesará. Al final Dominic, el hijo de su enamorada Joyce, se convierte en sustituto de ese hijo desaparecido que nada quiere saber de él; placer compartido pues el chico halla en ese policía oculto tras una falsa identidad a su padre ausente, ese del que su madre no deja de huir.

Antes de retomar la intriga y con ella la acción y la violencia propias del comienzo de la trama, Reitman, por mucho que su humor negro no sea en absoluto recomendable para niños (paradójicamente, pues ellos son los que se llevan las frases más afiladas), construye un ambiente del todo familiar y tan dado al más ñoño sentimentalismo que exuda el inevitable aroma del cine de John Hughes y Chris Columbus. Resulta impagable, por otra parte, ver a Schwarzenegger chillando de rabia a la puerta del colegio, patidifuso por las respuestas de los niños sobre el trabajo de sus padres o tocando la guitarra calzando un pañuelo rojo y un sombrero de paja (bueno, la imagen es antológica).
Y es que ha sido Reitman, sin duda, quien mejor ha destapado el lado más sensible y autoparódico del austriaco, muy bien acompañado de la simpáticas Linda Hunt y Pamela Reed, esa guapísima Penelope Ann Miller, la veterana Carroll Baker, más detestable que nunca, y todo un memorable elenco de pequeños actores en esta divertida comedia que mezcla, de forma algo irregular eso sí, el humor de andar por casa, la acción y el suspense, pero con un resultado delicioso y entrañable a más no poder, lo que hizo que la taquilla respondiera tan bien en su momento (más de 90 millones recaudados en EE.UU. frente a un presupuesto de 20 millones...).

Es, además, la mejor colaboración entre Schwarzenegger y Reitman. Recomendada sobre todo para aquellos padres y profesores de guardería y colegio cuyas obtusas mentes no alcanzan a comprender que con aplomo y buena disciplina es como realmente se consigue la confianza, el respeto y el afecto de los niños y los hijos (de ahí que el film pueda ser visto como políticamente incorrecto para algunos hoy día...).


Los Padres de Ella Los Padres de Ella 14-10-2022
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Todos nos identificamos con él, ¿verdad? Porque prepararnos para estar comprometidos con la mujer que amamos el resto de nuestra vida no nos prepara para hacerlo con su familia.
Y hablo con conocimiento de causa siendo un español cuya familia política es japonesa (y cuyo cierto padre no me traga por cuestiones de raza además de por otras tantas...);

Sí, quizás la diferencia de culturas justifique muchas cosas para una relación hostil entre suegros y yernos, pero en realidad el tema es universal. Ese fue uno de los motivos del tremendo éxito (más del triple del presupuesto invertido, sólo en EE.UU.) de una comedia tan en apariencia sencilla y hueca como ¨Los Padres de Ella¨, nueva versión de un film de 1.992 hecho con cuatro perras pero mucho ingenio por Greg Glienna; poco después la productora Nancy Tenenbaum adquiriría los derechos y así inició lo que fue uno de esos proyectos de Hollywood que nunca parecen materializarse del todo.
Por él pasaron algunos directores y escritores distintos (llegando a los horribles extremos de asociarse Spielberg con Jim Carrey, pero gracias a Dios no se consumó...), y tras un tiempo llegó el bueno de Jay Roach, que a pesar de haber ganado un buen dinero con ¨Austin Powers¨ estaba vilipendiado por los grandes estudios. Y es un alivio encontrar una obra como ésta anunciando el nuevo siglo, pues ¨Scary Movie¨ fue la que empezó a definir su humor; pero la intención de los guionistas Jim Herzfeld y John Hamburg y el sr. Roach era muy distinta. De hecho los primeros minutos resultan confusos.

Nos debatimos entre una comedia romántica empalagosa (con los niños ayudando al protagonista en la pedida de mano en plena calle) o una muy absurda y casi rozando el mal gusto; pero el espectador empieza a entenderlo al entrar en escena Jack, padre de Pam y deseado futuro yerno de Greg. El director nos arrastra a los terrenos de una sofisticada, afilada y para nada grotesca función, si bien el contundente humor negro de la original se pierde por todas partes; el de esta historia que nos ocupa se basa en colocar al protagonista, con quien nos identificamos al instante, en una serie de situaciones embarazosas y malentendidos que exageran y satirizan la pésima relación que se puede crear con la familia política.
Este Greg, atrapado en el universo asfixiante de Jack Byrnes, cuyos ojos son sustituidos por los del adorable Jynx y por cámaras de vigilancia, es una versión ridícula del judío errante, que vaga en el desaliento, sin descanso y torturado a través de una tierra extraña sin hallar un sitio que le pertenezca. Metáfora pura que funciona de maravilla al ser trasladada a los mundos del humor moderno; no sería exagerado recordar a Marion en esa escalofriante secuencia de ¨Psicosis¨ donde se veía rodeada por los pájaros disecados de Bates para contrastarlo con la posición de Greg, que en absoluto difiere con la de aquélla.

En un hogar-fortaleza de tensión continua, el pobre tipo es acorralado y humillado desde cualquier perspectiva: por su profesión de enfermero, su religión, su propio nombre; la entrañable torpeza que le caracteriza levanta aún más los muros que le separan con los Byrnes, a lo que contribuye la aparición de un ex-novio (Kevin) absolutamente perfecto y la retorcida imagen de una boda-espejo que jamás será la suya. Greg hasta es despojado de su identidad, pues ha de llevar las ropas de otros ya que su maleta es extraviada (Roach realiza uno de los ataques más demoledores hacia la negligencia de las compañías aéreas como pocos se atrevieron).
Y ni siquiera la presencia de un hermano pequeño (Denny) abre una ventana para dejar que sus pulmones respiren, provocando esto una guerra privada entre él y un yerno que fue agente de la C.I.A. y que enturbia la atmósfera hasta límites insospechados, naciendo un pretexto que en realidad sirve para estrechar el cerco alrededor de Greg (el famoso ¨círculo de confianza¨). El excelente trabajo de Peter James acentúa la extrañeza de dicha atmósfera en contraste con la inquietante figura de Jack, al decantarse por una fotografía de colores suaves y tonalidades níveas.

Todo ello crea un falsamente cálido entorno para engañar y atrapar en sus fauces al amable y bienintencionado pero poco afortunado novio, quien fracasa al intentar ganarse la confianza de su yerno/rival al interrumpirle éste cada vez que pretende transmitirle sus sentimientos (el efecto es a la vez divertido y triste en su patetismo); y a pesar de que se recurre con más asiduidad al absurdo mientras avanza la trama (siendo todo lo sucedido durante el ensayo de la boda el punto culminante que desata el desastre), esta sutileza de sensaciones acerca más al film a los patrones de la comedia europea clásica que a la típica comedia americana de finales de los 90 (aunque hay mucho de Kevin Smith y los Farrelly en ella).
Roach sabe extraer la mayor naturalidad a sus actores y lo logra con respecto a Ben Stiller y Robert DeNiro (cuando decidió pasarse al humor desde ¨Una Terapia Peligrosa¨), cuya perfecta química y facilidad para la improvisación fue decisiva para garantizar el éxito; y mientras Teri Polo es el contrapunto sutil a la locura de Stiller, la maravillosa Blythe Danner es el contrapunto elegante y afectuoso a la amenazante y fría presencia de DeNiro. Un elenco muy acertado apoyado por dignos secundarios como James Rebhorn, Nicole DeHuff, Jon Abrahams y un impagable Owen Wilson al que no cuesta descubrirle sus diálogos improvisados o escritos por él mismo.

Por desgracia la buena recepción de taquilla resultó un arma de doble filo, pues despertó el ansia de los productores de una franquicia, uno de los recursos más usuales y terribles de Hollywood para llenar sus arcas. Pero ninguna de las infumables secuelas superaría el ingenio sorprendente y el agudo drama de su original.
Atesora instantes memorables como la batalla contra la azafata en el avión, la primera cena con los padres de Pam o el interrogatorio del polígrafo, que guarda un significado especial para mí (y para todos, seguro). Imposible es no sentirse identificado con Greg en ese momento tan hilarante en toda su agobiante contención, una situación que nadie desearía vivir jamás con el padre de su prometida. Este alcance universal es lo que hace tan especial a una comedia que nunca pasa de moda.


Una Terapia Peligrosa Una Terapia Peligrosa 14-10-2022
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Los mafiosos se distinguen por ser tipos duros y astutos, hechos para aguantar todo tipo de situaciones y penalidades.
Por primera vez vamos a ser testigos de un hecho insólito. ¿Qué sucedería cuando un capo de repente se derrumba emocional y psicológicamente?

Hoy en día no, pero hace mucho merecía la pena saber quien era Robert DeNiro, y practicamene todo el mundo le asociaba (aunque eso es un tremendo error) con sus encarnaciones de gángster, las que por supuesto le hicieron alcanzar el éxito; terminando la década de los 90, y tras destaparse como un lacónico héroe de acción en el ¨thriller¨ de Frankenheimer ¨Ronin¨, el neoyorkino seguía reinventándose y sorprendió a propios y extraños con su aparición en ¨Una Terapia Peligrosa¨, la que muchos consideran su primer film puramente humorístico.
Otro gran error teniendo en cuenta títulos, quizás algo olvidados, como ¨Huida a Medianoche¨, ¨Nunca fuimos Ángeles¨ o ¨La Cortina de Humo¨. Con guión del autor y dramaturgo Kenneth Lonergan, en este proyecto en el que Billy Cristal colaboró en calidad de productor acabó de rebote, tras rechazar el puesto Richard Loncraine y Martin Scorsese, un Harold Ramis cuya última obra fue la irregular pero simpática ¨Mis Dobles, mi Mujer y Yo¨. Enorme equipo el que tenemos la suerte de disfrutar aquí, con cada miembro aportando algo esencial a la película para hacer de ella no una simple comedia al uso.

Puede que Scorsese no quisiera ocupar la silla de director, pero su huella es del todo apreciable durante los primeros minutos de la historia, narrada por el protagonista Paul Vitti (versión del poderoso criminal John Gotti), que viaja a un sangriento pasado de la nación americana cruzando hechos y personajes reales con una ficción más o menos inventada, centrada en los conflictos entre familias e importantes jefes del crimen organizado; este segmento, por su ritmo desenfrenado, estética y uso de la música y color de la magnífica fotografía de Stuart Dryburgh, podría pertenecer a ¨Uno de los Nuestros¨...
De no ser porque Ramis añade sus toques sutiles e ingeniosos al conjunto, y este humor, sin estridencias ni grotescas salidas de tono, es el que aporta un cariz fresco y original a su obra. Tras esta revisión del mundo de los gángsters italoamericanos se da la intromisión de un personaje tan extraño (por su normalidad) como Sobel, psiquiatra enclenque, retraído e inseguro dispuesto a casarse por segunda vez; despega realmente la historia con el inicio de la terapia que le da nombre al colisionar de un modo que puede resultar creíble en su vertiente cómica (para más inri por un accidente de tráfico) estos dos mundos tan diferentes entre sí.

Dos grandes actores como DeNiro y Cristal, y la pericia con que los dirige Ramis, consigue desde el primer momento una excelente química que hace que salten chispas en cada una de sus geniales interacciones; por un lado Sobel, por el otro Vitti, ambos modelos del universo al que pertenecen, hombres que, a pesar de su aparente confianza en sí mismos, son testigos de cómo su debilidad les devora por dentro, y en el caso del segundo eso significa la muerte. La famosa reunión de capos que decidirá el futuro de las familias criminales funciona de excusa argumental para unir a los protagonistas.
Lo mejor es ver cómo el guión va profundizando en sus caracteres y psicología y de qué forma empiezan a establecer una relación emocional recíproca, aunque por accidente; así, mientras el psiquiatra va liberando a un ¨yo¨ interior fiero y valiente al verse arrastrado al ambiente violento y criminal del gángster, éste abre sus sentimientos, empieza a razonar e incluso imita la manera de hablar del otro. Al final estos dos individuos, condenados a seguir un determinado camino debido a la tradición paterna (uno en la psiquiatría, otro en la mafia), también están condenados a entenderse a pesar de sus diferencias, llevando la vida de ambos a una situación límite.

Otro acierto es homenajear al cine gangsteril y su particular iconografía retratándolo desde lo absurdo, pero nunca llegando a extremos vergonzosos; homenaje que en su amor por el género recuerda al mismo que hizo ¨Balas sobre Broadway¨, si bien se juega a ridiculizar sutilmente a los mafiosos, a quienes Ramis y Lonergan convierten en tipos brutos o simplemente idiotas (como pudo hacer Juzo Itami, con respecto a los yakuza, en ¨Minbo no Onna¨). Este respeto desde la desfiguración cómica llega a su cenit en un instante clave para el film y los personajes al ser parodiada la mítica secuencia del ataque a Corleone en ¨El Padrino¨ dentro de un sueño.
Si en algo falla el guión, además de presentar un clímax más ruidoso que inteligente, es no centrarse en personajes que merecen más atención; desplazados quedan la esposa de Vitti, Laura y Sidone, éstos dos últimos con los rostros de la adorable Lisa Kudrow (aquí menos histriónica que en su eterno papel de Phoebe) y Chazz Palminteri, un actor de gran presencia y carácter. Por otra parte sí adquiere importancia Joe Viterelli, quien compensa su carácter de secundario con una interpretación basada, como muchos ya han subrayado, en su brillante sutileza humorística.

La misma con la que se desenvuelven la pareja protagonista en unos personajes entrañables que no son simples caricaturas vacías; el metraje resulta excesivamente corto por nuestro deseo de pasar más tiempo con ellos. Hilarante es presenciar los ataques de ira de Cristal tanto como ver gimoteando sin parar a un impagable DeNiro en su emotiva parodia de los clásicos gángsters que antaño le dieron la fama.
La química entre los actores, los ágiles diálogos y una ligera intriga, todo impregnado de humor afilado al cuidado de la dinámica y elegante dirección de Ramis, hizo que esta mezcla original de ¨¿Qué Pasa con Bob?¨ y ¨Uno de los Nuestros¨ arrasara en taquilla, y dando otra perspectiva de lo que podía ser la comedia americana cuando triunfaban ¨American Pie¨ o ¨Gigolo¨ como su mayor reflejo en el momento...


La Maldición de la Pantera Rosa La Maldición de la Pantera Rosa 14-10-2022
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¿Ha vuelto?, ¿el más horrible y simpático detective de Francia?, ¿está aquí de nuevo para encontrar el más perfecto diamante del Mundo?
Pues no, no está aquí, ni nunca más lo estará. Vamos a contemplar a qué grado de bajeza serán capaces algunos por sustituirlo; el golpe no va a ser suave...

Cuando en 2.006 fui al cine con mi padre a ver el ¨remake¨ de ¨La Pantera Rosa¨ recé para que el techo de la sala cayera a poco de empezar la proyección; jamás pensé en otro para dar vida al inspector Clouseau que Peter Sellers, como bien había aprendido de la saga que había visto en VHS y que siempre deseaba volver a disfrutar. Sabía de la existencia de otros títulos clásicos que formaron parte de ella sin estar presente el actor, pero nunca tuve valor para verlos; me lancé de cabeza sin pensarlo y sentí lo mismo que si me la hubiera partido contra un muro de cemento.
Tras una existencia marcada por la depresión y la adicción, Sellers falleció de un paro cardíaco en Julio de 1.980, y el mundo de la comedia se tiñó de angustia; aun así Edwards cogió el material que le sobró de ¨Ataca de Nuevo¨ y creó ¨Tras la Pista¨, con Sellers ya desaparecido. Lo normal habría sido cortar, pero al parecer aquél sufrió una enagenación y se le ocurrió, cumpliéndose diez años del inicio de la saga, desarrollar una nueva en EE.UU. usando varios borradores escritos previamente (uno de ellos por el mismo Sellers); por si fuera poco la MGM iba a librar con él una fuerte batalla legal.

¿Y a quién iban a calzar en los zapatos de un digno sucesor de uno de los más grandes cómicos de la Historia? Se pensó en Dudley Moore y Rowan Atkinson, muy apropiados debido a su habilidad para el humor y su origen británico, pero al final el papel acabó (y aún intento averiguar por qué demonios) en manos del joven Edward Wass, que se había hecho popular gracias a la serie ¨Soap¨. Después de unos 17 minutos de ver a la ¨Pantera Rosa¨ robada de nuevo, una corta no-aparición de Clouseau que hace rechinar los dientes, y permanecer junto a los personajes clásicos, todo se desmorona al aparecer en pantalla el policía Clifton Sleigh disfrazado de prostituta.
El efecto es terrorífico como lo fue ver a Steve Martin o a Alan Arkin (en aquella estafa de Bud Yorkin de 1.968) encarnando al inspector francés; porque la elección de Wass, insípido, patoso sin gracia, infantil y estomagante, es un inmenso error. Desde luego Atkinson, o quizás Leslie Nielsen, ¡o Gene Wilder!, hubieran sido mejores opciones. No sólo es un error ponernos en la cara a este fracasado y odiado por su jefe allá en New York, para ocupar el puesto de Clouseau, sino que Edwards lo lleva a cabo en una historia estúpida, en un sinsentido que hasta marea de lo caótico que es.

En primer lugar el diamante es robado, pero nadie le hace caso a tal suceso. Lo importante es encontrar al inspector, que como sabemos está desaparecido; y en lugar de concederle de una vez el protagonismo a Dreyfus (a quien sigue dando vida ese pobre Herbert Lom ya cansado de hacer lo mismo...como todos los demás veteranos de la saga), se propone una solución tan absurda como seleccionar al peor policía que existe para llevar a cabo tan difícil tarea. Bien, pues como afirma Dreyfus, a mí también me parece que ¨vamos a tener una repetición de la historia¨ (Edwards ni siquiera lo disimula, qué vergüenza).
En concreto se repiten los pasos de ¨La Venganza¨, con un hatajo de asesinos que intentan dar pasaporte a Sleigh mientras Dreyfus hace lo de siempre: salir tras el protagonista para matarle, con los conocidos resultados. Y las pistas del paradero de Clouseau se van recogiendo de esos mencionados veteranos (como Cato, cuya presencia es ya un enigma, o Lytton y familiares) para acabar en un curioso viaje a España (donde puedo asegurar que desde la chapuza de ¨Misión: Imposible II¨ no había visto tamaño disparate y desprecio en la representación del país según los cánones hollywoodienses...y es que se deben creer que aquí estamos todo el rato de fallas y carnavales y pegando saltos sin parar como subnormales...).

Y uno de los fallos más enormes, además de ir apareciendo absurdos personajes que luego desaparecen sin dejar rastro (el sr. Chong, Julie, Langois, el profesor Balls...), es hacer que el auténtico inspector sea parte de esta bazofia, y con cuyo personaje Edwards aprovecha para liarse la manta a la cabeza y plantear su parodia al universo Bond como deseó, ¡con uno de los 007 en persona en la piel de un Clouseau de rostro nuevo! Es sin duda impagable ver a sir Roger Moore imitando los gestos, la forma de hablar y la encantadora torpeza de Sellers. Pero si tanto quería el cineasta tenerle aquí, ¡¿por qué no haberle dado el rol protagonista?!
Sin trama por ningún sitio, esto sólo sirve para dar a Wass la oportunidad de lucir su vis cómica, y fracasa sin remisión. Al final este mameluco resulta indigesto y estrangulable, como Joanna Lumley, Harvey Korman, Ed Parker, ese incordio de reportera cuyo nombre no me interesa lo más mínimo y una Leslie Ash que se gana a pulso el tener una de las peores introducciones femeninas de la Historia del cine. Burt Kwouk, Robert Loggia, Germaine ¨Capucine¨ Lefebvre, Robert Wagner, André Maranne, Peter Arne, Graham Stark, David Niven (para quien fue su última película) y Lom regresarían a sus papeles por cuestiones meramente alimenticias...digo yo...

Edwards se esfuerza, organiza grandes desaguisados y equívocos y hace que cunda el caos como mejor sabe, pero como se produce con Wass al frente todos, esos ¨gags¨ están condenados, no ya al sinsentido, sino al aburrimiento. En resumen: a nadie le gustó esto, ni a crítica ni a público, y el contrato de una saga que tenía el actor se evaporó.
Mientras, los de MGM seguían presionando al director por el presupuesto y la nula recaudación del film, terminando así en los juzgados. ¡Qué final más indigno para una saga tan mítica! Un momento...¿final? No, según parece la maldición seguiría extendiéndose un poco más...


Tras la Pista de la Pantera Rosa Tras la Pista de la Pantera Rosa 14-10-2022
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Vaya, en 19 años el magnífico diamante ¨La Pantera Rosa¨ ha sido robado por tercera vez ya. Así que, ¿cuál será la idea de los preocupados burócratas para recuperarlo?
Anda, qué original, volver a inmiscuir al torpe y calamitoso inspector Jacques Clouseau. Pues esta será realmente, amigos, la última vez que le veamos en acción...

A sus 55 años la salud mental y física de Peter Sellers estaba pasando por un momento muy crítico y de hecho no le quedaba mucho ya; el 24 de Julio de 1.980 es llevado al hospital de Middlesex tras sufrir otro ataque cardíaco más...entonces el mundo del cine se tiñe de negro color funeral, pues un gran actor dramático y cómico se ha ido para siempre. Se detienen proyectos y se crean otros un tanto extraños: aquél había escrito un guión para la siguiente entrega de la saga que más popular le había hecho, pero no pudo llevarse a cabo, y en su lugar un desconsolado al tiempo que aliviado Blake Edwards, recién salido de su furiosa ¨S.O.B.¨, tiene otros planes.
Porque resulta que Dudley Moore, que ya ha hecho ¨10¨ y ¨Arthur, el Soltero de Oro¨, rechaza la oferta de MGM de meterse en la gabardina de Clouseau para protagonizar el guión que Sellers escribió, y el director bien sabe que nadie más puede dar vida a este memorable personaje. Por eso se propone homenajear al hombre que más admiró y al que mayor número de quebraderos de cabeza dio (se podría llenar un libro con ello...); su intención es crear, al estilo de ¨Ciudadano Kane¨, una aventura sobre la desaparición de su protagonista y construirla a base de ¨flashbacks¨ y entrevistas.

Los muy honorables señores de MGM no dieron precisamente manga ancha a Edwards para esto, viendo reducidos los presupuestos para las demás películas que tenía bajo contrato. De todas formas puede acceder a las escenas nunca utilizadas de ¨La Pantera Rosa ataca de Nuevo¨ cuando los de la productora se negaron a dejar su montaje de más de tres horas de duración para su estreno comercial, y las usa indiscriminadamente para elaborar un puzzle argumental un tanto descabellado; se monta así la farsa de ¨Tras la Pista de la Pantera Rosa¨, que casi conmemora los veinte años del nacimiento de la saga, allá por los 60.
Y es que como todos saben la comedia sofisticada con retazos de intriga de guante blanco encabezada por David Niven viró 749º al entrometerse un hombrecillo propenso al desastre y sin tener absoluta idea de lo que sucedía a su alrededor. Sellers hizo de su inspector francés un icono del humor disparatado, y Edwards no desea sino homenajearle como es debido (por algo el film empieza rezando ¨A Peter, el único e inimitable inspector Clouseau¨). Después de siete años sin saber nada de él, el diamante vuelve a ocupar la trama, pero esto es sólo una treta mal presentada para dejar al protagonista haciendo de las suyas en una serie de momentos hilarantes (el que se da dentro del avión, el mejor de lejos).

Las sobras de ¨...Ataca de Nuevo¨ y ¨La Venganza...¨ juegan a inventarse una nueva peripecia de Clouseau buscando el diamante, con los conocidos personajes secundarios sufriendo las consecuencias de tener que aguantarle. Nunca he sido amigo de las ¨películas-montaje¨, aunque, ¿qué otro objetivo tiene la que nos ocupa salvo recordar con cariño al genio de Sellers? No obstante todo toma un giro extraño, desagradable, cuando quiere acaparar el protagonismo, y no lo puede ni en broma, una relamida e irritante reportera llamada Marie, que sigue la pista de aquél cuando su avión parece estrellarse...
Esto ya es otra película. Del detective y del diamante nunca más se supo (al menos por ahora), y todo gira alrededor de esta mujer que, al igual que el hombre al que busca con ahínco, es víctima de amenazas y chantajes por parte de los bajos fondos (vuelve con este pretexto el gran Robert Loggia). Y en su hazaña toparemos con antiguos conocidos de Clouseau, al lado de la ley (Hercule, Cato) y al otro lado de la ley (Charles Litton, Langois), pero todo esto suena a torpe, zafio, repetitivo y, como bien se ha mencionado por ahí, el aprovechar estas entrevistas para realizar un ingenioso ejercicio de metacine no se hace.

Rematada con un último tramo que se debate entre lo algo gracioso y lo muy patético donde se escudriña el pasado del protagonista gracias a una deleznable figura paterna, el film se estrena sin mucha acogida de público ni de crítica (lo que es lógico, claro), y para colmo enfurece a la última esposa de Sellers, Lynne, quien demanda al estudio varios millones por ultrajar su memoria. Ésta gana y se queda con el dinero mientras a Edwards sólo le queda un poso de insatisfacción, a pesar de declarar ¨nunca trabajé tan a gusto con Peter¨.
Y se acabó, la vida de una de las mentes más inestables, de una de las personalidades más incomprensibles, pero también la vida de un hombre único (como su mítico álter-ego), refugiado en su talento natural para convertirse en cualquier personaje que deseara. Qué momentos tan grandiosos dio al cine durante las tres décadas que ejerció de actor y director.

[Levantando mi vaso de coca-cola al Cielo mientras termino la crítica] Hasta siempre, Peter, el único e inimitable inspector Clouseau.


Esta Casa es una Ruina Esta Casa es una Ruina 14-10-2022
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Una mudanza, una casa nueva, un nuevo comienzo. Situación muy temida por esas parejas cargadas de ilusión que sin saberlo podrían ver todos sus sueños aplastados sin remedio.
Situación que vamos a presenciar y vivir al lado de los pobres Walter y Anna.

Otro de los grandes momentos que la comedia de los 80 nos regaló a un servidor y a otros tantos amantes de la década y su cine, uno de esos títulos que pueden pasar millones de veces en televisión (independientemente del instante del metraje en que se halle) pero siempre dicidimos quedarnos a ver. No pocas veces he alabado el humor de aquellos maravillosos años, y ¨Esta Casa es una Ruina¨ es una de las mejores muestras de por qué nos tiene que fascinar tanto (está entre mis favoritas de la década junto a ¨Loca Academia de Policía¨, ¨Aterriza como Puedas¨, ¨Cita a Ciegas¨, ¨No me Chilles, que no te Veo¨ o ¨Un Pez llamado Wanda¨).
Poco antes el pobre actor/director Richard Benjamin tuvo que lidiar con una producción condenada al fracaso como ¨Ciudad muy Caliente¨ sirviendo de mero reemplazo de Blake Edwards para que el sr. Eastwood estuviera contento. Esta vez el proyecto, escrito por David Giler (¨La Presa¨, ¨Aliens¨) y otros tantos más (pues sufrió numerosas modificaciones), corría a cargo de un no menos posesivo y pretencioso Steven Spielberg, quien a través de su Amblin Entertainment puso al anterior tras la cámara mientras se escogía de pareja protagonista a unos jóvenes pero ya famosos Tom Hanks y Shelley Long (cuyo papel iba a interpretar Kathleen Turner en un principio).

La felicidad de los susodichos novios parece durar poco cuando se ven obligados a buscarse otra casa, lo que primero servirá para plantearnos el motivo de esta primera parte de la trama y para indagar un poco en la vida de estos simpáticos y sanos Walter y Anna, un abogado cargado de deudas por culpa de su irresponsable padre (a quien conoceremos en el prólogo) y una artista de música clásica acorralada por su ex-marido y director de su orquesta, personajes bastante reales a quienes el guión pondrá a prueba a lo largo de miles de penurias, facilitándonos el empatizar con ellos.
Durante la presentación, Benjamin (dirigido por Spielberg) se toma tiempo para que le cojamos cariño a los protagonistas construyendo a su alrededor un universo extrañamente pintoresco donde sólo se producen situaciones absurdas por culpa de los personajes que lo pueblan, la mayoría muy ligados a la industria musical (esos impagables Cheap Girls, el pequeño Benny o el mismo Max); universo que se sitúa no muy lejos de las comedias más gamberras de Ivan Reitman, Blake Edwards o de los hermanos Zucker. Pasado este primer arco nos metemos de cabeza en la enorme mansión que la pareja ha adquirido de forma sospechosa...

Y entonces se inicia el desastre. Una comedia física deudora del ¨slapstick¨ (con su torpeza y bondad, Walter podría ser un trasunto de aquellos héroes del cine mudo encarnados por Lloyd o Keaton) y el disparate ruiososo y cuasisurrealista dominará a partir de ahora en esta suerte de nueva versión del clásico de H.C. Potter ¨Los Blandings ya tienen Casa¨ donde veremos a Walter y Anna (como le sucedía a los Jim y Muriel de aquélla) fracasar a cada paso que dan, con cada puerta que se rompe y con cada parte de la mansión que queda reducida a cenizas.
Sin embargo una pareja que, a fuerza de no tenerse más que el uno al otro, encaran con coraje y toda la dignidad que pueden cada embiste que la vida les da, de ahí que el optimismo y la esperanza sean la clave para dotar de gran luminosidad a esta película (una idea puramente de los 80 imposible de concebir hoy día) que perfectamente podría pasar por una de terror; pues huelga decir que Giler y Benjamin, pese a los frescos diálogos e hilarantes ¨gags¨ que nos cuelan, dibujan una sociedad del todo repulsiva y cínica, donde los que tienen dinero dictan las normas sin ningún tipo de ética y quiebran de un plumazo las esperanzas de la gente humilde de clase media-baja. No es difícil entonces sentir lástima por Walter y Anna.

Y más aún cuando Max decide meterse entre ellos. Porque al ser esta la historia de una pareja el guión debe profundizar algo más en las relaciones humanas y la importancia de cómo las vicisitudes que atraviesan empiezan poco a poco a deshollar sus ya de por sí débiles espíritus. Celos y corrosiva infidelidad (donde se pone al espectador de parte del hombre, por supuesto); no parece, de todas formas, afectar mucho tal intromisión de Benjamin en los terrenos farragosos del melodrama de alcoba y los enredos debido a cómo el humor se halla en el epicentro y le quita hierro al asunto (una vez más, esto podría haber acabado como un drama de Eugene ONeill).
Por eso podemos deleitarnos con una conclusión tan empalagosa, amén de con escenas como la del agujero de la alfombra, la presentación de Benny, la explosión en la cocina, la caída de la escalera, la de los andamios o la de la bañera (con esa consecuente carcajada inmortal de Walter), formando algunas de ellas parte de esos momentos tan memorables que nos dejó la comedia de los 80. Hanks y Long resultan adorables por la gran química y vis comica que los une, e igualmente buenos son esos Joe Mantegna, Philip Bosco, Maureen Stapleton y un impagable Alexander Godunov antes de convertirse en el loco Karl de ¨Jungla de Cristal¨.

Disparatadísima cuando toca, emocional y grave algunas veces, pero sin perder la sonrisa, como los Fielding, y con un colofón increíble donde descubres que la trama tenía más miga de lo que aparentaba.
Destrozada por muchos críticos, fue por supuesto un éxito en taquilla que hoy perdura como una joyita del género; eso sí, Benjamin no volvió a hacer nunca nada igual, y fue refugiándose cada vez más en los estudios de televisión. Contiene dos frases para recordar por siempre: la que da título a mi crítica y ¨¿Hacen pruebas de misiles aquí?¨.


El Guateque El Guateque 14-10-2022
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Nunca invites a un individuo propenso al desastre a una fiesta de lujo, ni contrates a un camarero aficionado a la bebida o a un jefe de cocina demasiado temperamental; y no se te aconseja que tu hija sea una ¨hippie¨ chiflada.
¡Puede ser una fiesta que jamás olvidarás!

Durante los 60 la popularidad de Blake Edwards fue en una imparable curva ascendente, tanto por sus magistrales intervenciones en el drama como su habilidad para la comedia; a la vez Peter Sellers quedaba muy vinculado al trabajo del director debido a su encarnación de Clouseau, ya definido perfectamente en su clásico ¨A Shot in the Dark¨. Después de adaptar a la gran pantalla las aventuras de Peter Gunn, divertido detective televisivo que él mismo creó a finales de los 50, se dispuso a realizar la única colaboración con Sellers fuera de la serie del inspector francés, cuyo guión maduró junto a sus habituales Frank y Tom Waldman.
Guión de pocas líneas y basado en la premisa de la improvisación, bien dominado por Sellers; este método le llevaría a desarrollar un interesante y experimental rodaje, filmando las secuencias en orden cronológico y construyendo el humor de cada una impulsado por la anterior. Sin embargo esta aventura no se inicia en la bonita mansión que será el escenario primordial hasta el final, sino en pleno rodaje cinematográfico, permitiendo a Edwards sacar a relucir su afilado humor para ridiculizar el frenetismo y la ansiedad de los dedicados a la profesión, además de parodiar ¨Gunga Din¨, título imprescindible del género de aventuras, de George Stevens.

Para ello el realizador introduce un elemento bufonesco, el actor indio Hrundi Bakshi cuyas intervenciones se cuentan por catástrofes, todo ello finalizando con la hilarante explosión de un decorado basado, para reforzar la sátira, en un suceso real (la destrucción accidental del puente en ¨El Bueno, el Feo y el Malo¨, que sacó de quicio a Leone como al realizador ficticio aquí presentado). Tras este genial prólogo que permanece entre lo mejor que ha rodado Edwards en toda su carrera, la confusión empieza a desatarse cuando Bakshi es invitado por error a la fiesta de la esposa de Clutterbuck, jefe de la productora del film. No hace falta mucha imaginación para suponer que dicha casa puede arder hasta los cimientos si se deja entrar en ella a un personaje como ése.
Edwards inmiscuye a este hombre, torpe como él solo pero de bondadoso corazón, en el ambiente intolerante, hipócrita y ridículamente suntuoso de la clase alta americana, sobre todo la perteneciente al negocio del cine. Al entrar por la puerta Bakshi adopta la mirada curiosa del espectador, y así le acompañamos en su descubrimiento de un entorno tan lujoso como hermético, frío y artificial, y su tropiezo continuo en él, cuyos moradores son incapaces de mostrar sus verdaderos ¨yo¨; por lo tanto el afable indio es la crítica y la mofa contra este mundo, con su sonrisa perpetua y su carácter amistoso y justo (su dificultad para encontrar el cuarto de baño es el perfecto ejemplo de ese acorralamiento).

El espíritu de Tati, Lloyd, Keaton y Chaplin planea en cada una de las secuencias, distribuidas dinámicas como simples y efectivos ¨gags¨ físicos convirtiéndose nuestro amigo Bakshi en trasunto de los anteriores; otros dos elementos se cuelan en esta fiesta de alto copete para seguir convulsionando la sofisticada atmósfera: un camarero cuyo afán de consumir alcohol sin freno elevará el nivel del desastre y una dulce chica llamada Michele (otra víctima de los sucios tejemanejes de los privilegiados) que inicia un bonito romance con Bakshi. Tres almas ajenas a esa privilegiada sociedad en las que se apoya el peso de la película, si bien a su alrededor se dispondrán otros personajes secundarios igual de impagables.
El fino humor inglés se cruza con la comedia americana más disparatada y el resultado es delicioso, desde el ¨gag¨ del zapato hasta las grandes peleas entre el camarero y el desquiciado jefe de cocina o el caos organizado en el cuarto de baño con el papel higiénico y el retrete; pero si Edwards roza la perfección absoluta es durante la cena (larga secuencia de unos diez minutos con apenas tres líneas de diálogo y una imparable serie de situaciones delirantes perfectamente cohesionadas, donde el camarero borracho acapara nuestra atención más que el propio Bakshi).

Esta salsa de simpáticas incongruencias y situaciones embarazosas no puede sino acabar, como sucedía con las comedias de Wilder, en un tremendo desastre, por medio de la intromisión de unos locos ¨hippies¨ y su elefante (¡!) y una consiguiente invasión de espuma por todo el escenario; el desvarío se le va un poco de las manos al bueno de Edwards, pero nada puede ponerse en contra de la abrumadora explosión de júbilo y alegría que decide brindarnos. ¨¡Salve sus joyas!¨, espeta Clutterbuck al enterarse de que su esposa se ha caído en la piscina; la clase alta, cómo no, termina perdiendo, ridiculizada.
Sellers combina a Clouseau y a su doctor indio de ¨La Millonaria¨ en un personaje fácil de querer desde el primer momento pese a su constante torpeza, y nos embelesa irremediablemente. A su diestra se disponen el maravilloso Steve Franken dando vida al camarero, la guapísima pero algo sosa Claudine Longet (quien protagoniza un momento musical no por casualidad similar al de Audrey Hepburn en ¨Desayuno con Diamantes¨), y ese también memorable Denni Miller (que comparte un momento con Sellers en la habitación intentando quitarle la ropa que hay que ver para creer).

Sensacionales los secundarios J. E. McKinley, Kathe Green, Gavin MacLeod, Herbert Ellis y Fay McKenzie, como también la partitura de Henry Mancini. Logrando hacer reír sin innecesarias concesiones a lo ofensivo ni lo escatológico, como tristemente sucede hoy en día, nada más ofrece ¨El Guateque¨ salvo humor desenfadado, lúcido, afilado y alegre.
Clásica joya del cine de Edwards, de la comedia y preámbulo de la que vendría en años posteriores en el cine americano.


La Ola La Ola 14-10-2022
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Esta es una historia inspirada en una historia inspirada en otra historia inspirada en la Historia, y empieza conmigo a los 16 años, en un día cualquiera de comienzos del año 2.009, sentado en un pupitre de mi aula de 4.º de E.S.O., a punto de comenzar una clase de Historia con la profesora más izquierdista y anarquista de todo el centro...

La parte del libro a estudiar englobaba la entrada de Alemania en la 2.ª Guerra Mundial además del nacionalsocialismo y su auge; al llegar a dicho punto esta mujer nos preguntó si sería posible que algo parecido, un sistema político basado en la autocracia y el totalitarismo serían posibles actualmente a como sucedió entonces con Hitler. El cine y la sobresaturación pedagógica sobre el mismo tema provocaba el bostezo o la inmediata reacción a negarlo; al día siguiente vino con el DVD de ¨Die Welle¨ y la vimos poco a poco durante la semana, absorbidos por el desarrollo de tal historia, algo descabellado, algo comprensible, y en última instancia algo terrorífico...
En el transcurso de dicha semana a todos nos sedujo esa idea, la de pertenecer a un grupo y colaborar en una fuerza social mediante la disciplina, la comunidad y la acción (algo a lo que la maestra reaccionaba con cierta socarronería pues tenía muy claro que éramos jóvenes y aún no entendíamos nada de nada), pero al final de la película dicha idea se evaporó...al final sí era posible una dictadura de cumplirse ciertos requisitos. Dennis Gansel sabía lo que hacía al recrear el extraño experimento de Ron Jones cuando era tan sólo un licenciado de Stanford casi recién admitido como maestro en el centro de Cubberley de la vital, comprometida y querida comunidad de Palo Alto.

Se toma un modelo arriesgado: cómo ese maestro, ¨un auténtico radical de carisma único y vocación de actor, más adecuado para ejercer de anfitrión de algún ¨late-night talk show¨ ¨, introdujo en el concepto del totalitarismo a unos adolescentes de la Norteamérica de finales de los 60, y no por vías explicativas, sino 100% empíricas; los testimonios de los hoy ya adultos alumnos que aparecen en algunos documentales provocan escalofríos. El de Hannover, más interesado en los hechos que en el popular libro de Todd Strasser (novelización del film televisivo de los 80 que recreaba el experimento), perfila su guión en base a una cuestión muy significativa.
¿Es posible llevar el caso a la Alemania de finales del año 2.000? Al principio no; en EE.UU. no hay un modelo como tal, y siempre se acaba dirigiendo la mirada al nazismo. El pueblo alemán, entonces, es aún más incapaz (¨¿repetir los mismos errores por los que el Mundo entero sufrió y que aún hoy día nos siguen avergonzando?¨). El compromiso del país para con su propia Historia es muy serio; ¨No dices ¨Adolf¨ aquí sin sufrir alguna consecuencia¨, bromea Gansel, quien desde el principio nos sumerge en una versión germana de Palo Alto, limpia, con mucha vegetación y energía, de la mano de Rainer, a quien da vida un Jürgen Vogel que es la absoluta encarnación de Jones.

Es curioso que el inicio de ¨Die Welle¨ respire ese feroz sentido de la rebeldía gracias a él, quien a no mucho tardar la pondrá patas arriba con su particular experimento. Pero lo que fue intencionado por Jones aquí llega de forma accidental, dejando al más radical de los profesores frente el desafío de saber transmitir lo que es una dictadura (así se nos pone frente a la idea de que del comunismo también surgen un sistema totalitario...sólo observen el Mundo de hoy); mientras, Gansel y Peter Thorwarth esbozan un retrato no muy original pero honesto de los chicos.
En general se nos presentan una serie de personajes-tipo más que conocidos, desde la exaltada anárquica (Mona), el imbécil malcriado con mucho dinero (Kevin) y el marginado social (Tim) al matón de turno (Bomber), la insegura introvertida (Lisa) o la egoísta mandona (Karo, que se alzará contra sus propósitos y está basada en Sherry Tousley, una de las pupilas de Jones); pero el cineasta, acostumbrado a filmar con actores jóvenes y hacer de ellos los héroes de su cine desde su debut, los dirige bien y nos acerca a sus intimidades y problemas de forma sincera. La configuración de sus personajes resulta más espinosa.

La distancia histórica entre los tres sucesos de ascenso dictatorial deja a la vista una ecuación complicada donde el modelo se debe intentar repetir en la secuencia hasta lograr un resultado idéntico. La Alemania de la aparición y auge del nazismo era un mundo en ruinas tras la Gran Guerra engañado por la Constitución de Weimar y ahogado por las deudas, la anarquía, la hiperinflación y las persecuciones a los judíos, mientras que EE.UU., en el momento en que Jones repitió la experiencia, se veían marcados por el sentimiento de cambio radical, la exigencia de derechos civiles, las protestas estudiantiles, las tribus urbanas, la figura icónica de Kennedy, la psicodelia, el ¨flower power¨ y la Guerra de Vietnam en su punto álgido...
El país donde Gansel revive ¨La Tercera Ola¨, como simplemente ¨La Ola¨ (nombre escogido democráticamente (como Hitler), y con el apoyo del Gobierno previo (la directora del centro) ), es el de Angela Merkel, que en breve, y sirviendo de terrible signo vaticinador de cara a la realidad, caería en una recesión económica histórica, con el P.I.B., el mercado de exportación y el industrial y la inversión corporativa seriamente dañados. Los alumnos de Rainer son los ¨millennials¨ de esta Alemania segura de sí misma y que de un momento a otro puede precipitarse al vacío.

Como vemos, e inevitablemente parando por muchos clichés, una generación que vive en la insatisfacción, perdida en el cinismo, solitaria y sin referentes paternos reales a los que aferrarse, en búsqueda de algo que no encuentran y allanando así el camino a sus sucesores (los ¨Z¨, bien ejemplificado en el hermano de Karo), una generación preparada para el negro futuro que les ofrece la economía alemana, una generación altamente manipulable.
Las conexiones principales entre los individuos que sucumbieron ante el poder de una dictadura es la insatisfacción y pérdida de valores, pero sobre todo la importancia de pertenecer a un grupo.

Más concretamente el miedo que genera el no pertenecer a un grupo, sobre todo uno que está tomando fuerza y carácter propio. Los chicos que visiona el director son, en efecto, así de manipulables y débiles; la narrativa lineal abarca la semana de proyectos de la clase y a simple vista puede parecer un disparate el modo en que evolucionan sus distintas personalidades durante su desarrollo, pero no tanto si tenemos en cuenta que las bases del experimento son reales, incluso el guión ofrece una versión algo fantasiosa y edulcorada de los hechos reales, mucho más escabrosos e indigeribles.
Sucede lo mismo que al grupo de Jones o que al nacionalsocialismo original: la rápida degeneración de la tan inspiradora idea de unidad, compromiso, apoyo y comunidad en detrimento de la libertad individual, que atenta contra la debilidad de esa persona que decide luchar sola, y el principal problema es la sensación de poder y el hecho de percibir a los miembros de la sociedad restante un escalón por debajo, originándose el exclusivismo, primero discreto, luego extremista (Kevin pasa de ser el repulsivo niñato rico que pierde su estatus ante los compañeros a ser el socio capitalista del movimiento, con tal de experimentar poder y prestigio).

Gansel, que falla al no mostrar nunca una clase del profesor desde dentro y profundizar en las enseñanzas impartidas a los alumnos, se recrea en la obsesión de la juventud por pertenecer a un equipo por la satisfacción propia y además, y es una de las claves del fracaso del de ¨La Ola¨, hacerlo por la pura moda, lo más típico de la sociedad. Desde el principio a los chicos se les antoja un pasatiempo divertido, muy guay, y ellos mismos pisotean los ideales de unidad al transformar su ¨Ola¨ en no más que una marca registrada, que se infiltra en el mercado (prendas, tatuajes, redes sociales...un sinfín de publicidad sin contenido ni alma).
Al otro lado quedan los excluidos, que se unen para finalizar su deambular individual o por aprovecharse, aunque se trate de un instante efímero, de la sensación de poder a la cual ellos mismos se enfrentaron (el instante en que Kevin no permite al hermano de Karo patinar si no es miembro del grupo y la posterior ¨conversión¨ de éste). El director sigue la máxima del resultado del experimento de Jones: la unidad configurada a ciegas, sin un fin real (¿contra qué lucha o quiere luchar ¨La Ola¨ en realidad?), sólo deja un rastro de odio y el deber inconsciente de imponer su difusa ideología a los demás.

No obstante decide ahorrarse el verdadero suceso que abrió los ojos a los muchachos de Cubberley (Jones, a través de unas imágenes de archivo de los nazis, comparó a sus estudiantes con las ¨juventudes hitlerianas¨), quizás por la obviedad, y propone uno algo más impactante, eso sí, desde lo previsible (¿de verdad había otro final para Tim?) y lo artificioso, siguiendo el estilo de filmación y puesta en escena de su película, hecho así para entrar sin dificultades por los ojos y los oídos al público adolescente.

De estar realizadores más veteranos y con una visión más comprometida y severa al mando (digamos Pollack, Lumet, Polanski, Oshima o Rosenberg), el nudo que se nos hace en el estómago durante el epílogo nos asfixiaría y nos dejaría desamparados en mitad de una experiencia terrible.
Pero no se le deben quitar méritos a Gansel. Aún hoy día dicho nudo sigue apareciendo al llegar ese momento...


¡Vaya un fugitivo! ¡Vaya un fugitivo! 14-10-2022
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Escapa imitando a Harrison Ford como puedas, y huye del autobús, y esquiva el tren maligno, y sobrevive a la caída en la presa, y lucha contra terroristas chiflados y peligrosas mujeres fatales, y todo eso y mucho más...
Como él puede, porque para eso es un héroe de los mocasines al cabello blanco, ese que nunca se despeina aun habiéndose enfrentado a todos esos peligros.

No hablo de Harrison Ford, no, sino de otro mucho más grande que él y que todos los héroes de acción. ¿Por qué si no iba a acercarme yo a un producto con tal hedor a cutrez como ¨Wrongfully Accused¨?, que ya sólo al escuchar el título se me remueve todo por dentro? Por Nielsen, porque se hace de querer pese a aparecer en las cosas que eligió aparecer, pero los que conocemos esas cosas sabemos lo que nos vamos a encontrar, del mismo modo que aquél que se pincha un disco de AC/DC o deja la televisión en LaSexta; sabe lo que va a ver y escuchar: lo mismo, inamoviblemente, pero aun así lo acepta.
El bonachón canadiense seguía en su línea de expandir su carrera como actor cómico, incansable; ahora se pone a las órdenes de Pat Proft, uno de los guionistas clave del cine de humor de los 80 y por supuesto gran colaborador del trío Zucker/Abrahams/Zucker, en el que sería su primer y único largometraje como director, curiosamente coincidiendo aquel 1.998 con las otras comedias ¨Mafia¨ y ¨Baseketball¨, de sus viejos colegas Abrahams y David Zucker, y quizás pretendiendo capitalizar el éxito de la estrenada sólo tres meses antes ¨U.S. Marshals¨...

Pero ¨Wrongfully Accused¨ va un poco más atrás recuperando a ese doctor que sorteaba infinidad de amenazas para esclarecer el asesinato de su esposa y limpiar su nombre, el Richard Kimble de la celebérrima adaptación de la legendaria serie televisiva homónima (donde, cosas de la vida, llegó a aparecer el mismo Nielsen, en su época de actuaciones en la pequeña pantalla). Ahora él es quien deforma dicho personaje como Ryan Harrison (qué bien pensado, sr. Proft), un aclamado músico y atrapado en una intriga de misma premisa pero con víctima masculina.
Su presentación al frente de la orquesta, como no podía ser de otro modo, resulta antológica, y una buena muestra de que, pese a tener ya 72 añazos, no le falta un ápice de energía. Tampoco faltan los rostros conocidos y aquí empiezan a sobresalir los de Melinda McGraw y la todavía muy sensual Kelly LeBrock, de mujeres conspiradoras, pero en dos personajes que, como la propia trama, irán perdiendo gracia hasta degenerar en una aún más fea caricatura de lo que ya son al principio; Proft copia el estilo de sus compañeros y se recrea en ¨gags¨ estrafalarios, ruidosos y continuos que no dejan pasar el oxígeno entre toma y toma; y acaba uno extasiado al final de una secuencia...

Éstos, vehículo para el protagonista, se suelen ejecutar con poco ingenio y haciendo mofa y befa de películas o series en concreto, más o menos de esas fechas (desde las simpáticas referencias a ¨Sospechosos Habituales¨, ¨El Halcón Maltés¨, ¨El Imperio Contraataca¨, ¨El Diablo sobre Ruedas¨ o ¨Con la Muerte en los Talones¨ a otras un tanto cochambrosas y arbitrarias (las de ¨Los Vigilantes de la Playa¨, ¨Misión: Imposible¨, ¨Titanic¨, ¨Braveheart¨ o ¨Anaconda¨, por nombrar unas pocas) ). Lo importante de todo es que al guionista/director no le importa un comino la trama.
Sencillamente porque sus sorpresas nos las va desvelando en boca de los personajes antes de que éstas aparezcan en pantalla, y en su desarrollo, donde se hace un lioso remedo de ¨El Fugitivo¨ y otros títulos de Ford (¨Juego de Patriotas¨, ¨Peligro Inminente¨), Nielsen regresa al carácter y los ¨tics¨ de su famoso Drevin de ¨The Naked Gun¨ (incluso se nos obsequia/tortura con unas escenas de amor entre Harrison y Cassandra que son las mismas que las del famoso teniente y Jane). Lo interesante es que Proft, cuando uno menos lo espera, también demuestra habilidad para chistes más sutiles y no tan basados en lo evidente y burdo.

No son lo que distingue a éste y otros films del estilo, desde luego, pero sí son los que un servidor prefiere recordar, sinceramente (por ejemplo el guardia del autobús haciendo de azafata, el coche que los marshals dejan sin el freno de mano, los flashes del ¨flashback¨ que obligan a Nielsen a ponerse las gafas o la periodista de las noticias que queda sin voz cuando el anterior quita el sonido de la televisión). Ingenio basado en la sutileza de lo absurdo es el que exhibe ese fabuloso Richard Crenna en su exageración del Gerard de Tommy L. Jones (al que sin duda podría haber interpretado).
Y sobre todo durante sus interminables y trabalengüísticos diálogos, en contraposición al humor más físico de Nielsen; su buena combinación en la película (y no la de las féminas y el protagonista, pues carecen de química por todas partes) es una de las mejores bazas. Pero el director no lo aprovecha bien, era de esperar; llegando a los últimos cuartos se entrega al aumento del delirio, los giros confusos, la destrucción del carisma de los personajes (que ya era poco), los chistes cada vez más injustificados y ese largo etcétera típico de estas producciones.

También era de esperar que, a finales de década, algo como la presente no obtuviera un gran éxito de taquilla, y es que este cine estaba ya en su fase moribunda, hasta que no lo renovaran, de una manera mucho más grosera y juvenil, los hermanos Wayans al principio de la década siguiente...
Si para mí, de entre todas, hay una escena para recordar por siempre, es el viaje que Nielsen pasa en ese coche que no deja de saltar, y los segundos posteriores, saliendo de él entre espasmos; ¡qué gran actor del ¨slapstick¨! Si hay una escena para olvidar, de las muchas que a uno se le ocurren, es todo el final: repetitivo, tedioso, vergonzosamente estomagante...y sin gracia.


Granujas de Medio Pelo Granujas de Medio Pelo 14-10-2022
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Vuelven las historias de sinvergüenzas arruinados, de parias analfabetos que intentan salir del atolladero en un mundo demasiado gris y caro para ellos, de pobres ingenuos que sin merecerlo son recompensados por la vida en el momento más oportuno.
Ladrones e idiotas, sí, pero con encanto.

Intentar salir del bache era la máxima prioridad de Woody Allen a finales de unos agitados 90 que parecían no acabar nunca; en EE.UU. pierde credibilidad ante su público por el escándalo de Soon-Yi aunque en el resto del Mundo y sobre todo en Europa sigue siendo considerado un maestro de pleno derecho; y eso es algo que prueban títulos como ¨Celebrity¨, ¨Acordes y Desacuerdos¨ y la genial ¨Desmontando a Harry¨, con las cuales vuelve a sus ácidas biografías preñadas de angustia existencial y humor negro. Pues todo esto termina con el inicio del nuevo siglo.
El actor/director, que ya llega a los 65 años, firma por la compañía de Spielberg, DreamWorks, y así, como influenciado por el estilo de éste, empezará otra nueva etapa, una especie de tercera juventud con la que sin llegar a innovar su cine lo abordará desde otro enfoque, más luminoso, menos rabioso y muy lúcido en cuanto a humor (aunque hay quienes afirman sobre este periodo que sólo acumulará una serie de réplicas, perezosas y evasivas, de sus propios trabajos). Pone de manifiesto este distanciamiento con la década anterior una comedia que va a rodar junto a la célebre Tracey Ullman, según declara ¨una de las pocas cómicas que le hacen reír¨.

¨Granujas de Medio Pelo¨ tiene a bien abrir este periodo, con la que se mira hacia uno de los subgéneros más explotados del cine: la ¨crook story¨; pero está claro que desde el humor más sano y desenfadado. Con un desvergonzado enclenque tras sus grandes gafas de protagonista, Allen recupera un personaje perdido en la memoria de los fans y en su filmografía, precisamente con el que la comenzó: el Virgil Starkwell de ¨Toma el Dinero y Corre¨. Ray Winkler es una versión madura (al menos físicamente) de aquel entrañable delincuente, igual de patoso y desafortunado.
Sin embargo a éste le dota de una cierta fealdad más próxima a sus clásicos álter-egos neoyorkinos, además de concederle el haber salido de prisión y, más tarde, de hacerse inmensamente rico. No goza, por otra parte, de la compañía de una esposa sumisa y dulce; Frances es su contrapunto fuerte y decidido, cuyo único deseo es, si es posible, llegar a ostentar una vida de opulencia y elegancia. Personajes adscritos a su condición de clase media-baja insatisfechos con los que el director expone este prólogo, donde Ray reúne a un pintoresco grupo de ladrones con la brillante idea de atracar un banco a través de un túnel excavado por el edificio contiguo.

Simpleza y ese regusto por el humor de antaño que tanto caracterizaba sus primeras obras. Muy inspirado por ¨El Quinteto de la Muerte¨, ¨I Soliti Ignoti¨ de su adorado Mario Monicelli y el clásico de Lloyd Bacon ¨Larceny, Inc.¨, de donde recicla todo el grueso del argumento (pero cambiando las maletas por galletas), Allen construye a lo largo de este inicio una inteligente fábula de preparación de un gran robo con todos los tics del género convertidos en carne de parodia (sin olvidar títulos literalmente mencionados como ¨El Tesoro de Sierra Madre¨ o ¨Al Rojo Vivo¨).
No obstante, la torpeza de los hombres se ve equilibrada por el talento de la mujer, aquí el que tiene Frances con sus galletas, y que llevará, como a los amigos de ¨O, Brother¨ (realizada en las mismas fechas), a lidiar con un afortunado golpe de suerte lejos de sus planes principales (la comedia toma su lugar sin duda, pues los delincuentes jamás han tenido suerte en los lindes del ¨noir¨). A partir de entonces el film, que alcanzó instantes brillantes como la rotura de una cañería intentando abrir Ray la pared, cruza una larga elipsis a un futuro cercano con el matrimonio Winkler y sus socios comidos por la fortuna. Y todo entra en su fase descendente...

Allen saca a relucir entonces el lado más cínico y patético de la alta sociedad y las clases privilegiadas, un universo pseudo-intelectual y artificial que ya fue radiografiado, y de un modo mucho más afilado y amargo, en ¨Manhattan¨ o ¨Celebrity¨ (como mejores ejemplos). Los ladrones convertidos en empresarios, la analfabeta al frente de un imperio, y Ray intentando huir de su pomposo hermetismo; para afianzar su insatisfacción se introduce a David, un joven marchante de arte de ávidas intenciones que actúa de seductor con Frances y que amenaza su estabilidad matrimonial, reflejando a la perfección esa hipocresía tan repulsiva de las clases altas.
Joven muy bien interpretado por un Hugh Grant que parodia a los típicos galanes de sus comedias románticas. Y si antes Allen usaba a sus personajes femeninos para apoyar su ingeniosa y trabalengüística verborrea, ahora es Ullman (a veces detestable) quien posee este don, despojándole de sus mejores frases; y es que nunca el actor/director encarnó a un personaje tan plano (mucho más que Starkwell) si bien sigue conservando su gracia y encanto. Les siguen unos secundarios maravillosos que en ciertas ocasiones también roban el protagonismo al anterior, caso de Jon Lovitz, Michael Rapaport y Elaine May (sencillamente soberbia).

Incluso si desea rematar su faena con una ¨vuelta al principio¨ regalándonos otra farsa entre joyas, mentiras y cajas fuertes que no se abren, Allen no termina de despegar con esta simpática fábula, puede que por reducir tanto su prometedora primera parte o por su deseo de explayarse con diálogos menos ingeniosos de lo acostumbrado.
Irónicamente logró su mayor recaudación en taquilla desde ¨Delitos y Faltas¨, y todo sin tener que recurrir al humor chabacano que practicaban en el momento Jay Roach, Adam Sandler o los Farrelly. Pero mucho mejor se revelaría en ¨La Maldición del Escorpión de Jade¨, su siguiente obra...


Todo lo que siempre Quiso Saber sobre el Sexo y no se Atrevió a Preguntar Todo lo que siempre Quiso Saber sobre el Sexo y no se Atrevió a Preguntar 14-10-2022
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¿Surten efecto los afrodisíacos?, ¿qué es la sodomía?, ¿qué son los pervertidos sexuales?, ¿qué sucede durante la eyaculación?...
Todas estas preguntas, si usted tiene dudas, si no ha tenido aún éxito en sus relaciones o si siente simple y llanamente una sana curiosidad, el sr. Allen se lo puede contestar sin ningún reparo, y además de una forma amena y divertida.

Es 1.972 y aún está empezando como director, pero viene pisando fuerte. Tras ¨Bananas¨ se interesó mucho en el libro homónimo del psiquiatra experto en sexualidad David Reuben, manual publicado en 1.969 que significó una revolución en su época, llegando a ser el más popular y alcanzando 51 países como ¨best-seller¨. Pero el neoyorkino, con esa manera tan desenfadada que tiene de ver las cosas, no adaptó el libro sino que lo parodió regalándonos, a través de siete cortometrajes sin aparente conexión, uno de los más incisivos y disparatados tratos cinematográficos sobre el sexo, sus desviaciones, y todos los políticamente incorrectos tabúes que ello implicaba.
Una vez más demostró una inventiva sin igual para crear un universo y estilo propio. Atrevida configuración de absurdos alrededor de varios temas que parten básicamente de la misma inquietud: el sexo; destacarán a lo largo de esta magnífica colección de relatos a lo ¨And Now for Something Completely Different¨ algunos más que otros, pues el equilibrio está muy reñido en mi opinión, aunque cada uno, a su propio estilo, deja un poso de satisfacción al espectador, que es el objetivo primordial del actor/director:

-En ¨¿Surten efecto los afrodisíacos?¨ podemos ver un clásico ¨sketch¨ humorístico de Woody Allen situado en un medievo a lo Monty Python y disfrazándose éste de patético bufón con muchos de sus ingredientes paródicos, creando una farsa del ¨Hamlet¨ de Shakespeare en base a la pasión lujuriosa y prohibida donde destaca la gran actuación de Lynn Redgrave. Es la primera vez que Allen habla a la cámara, cuya técnica seguirá en el futuro.
-¨¿Qué es sodomía?¨, o más bien ¨¿Qué es zoofilia?¨, abarca con un afilado y negrísimo humor de corte británico algo tan descabelladamente obsceno como un inopinado affair de un médico, a quien da vida un inconmensurable Gene Wilder, con la oveja de un paciente (¡!), todo ello expuesto en un ambiente cálido y amoroso que raya lo demencial por su contexto patético y surrealista sobre una desviación nunca tratada antes (seguro) en el cine. Con ella Allen logra uno de los mejores momentos de su carrera y va más allá de lo que la comedia podía ofrecer; el efecto es vergonzoso pero divertidísimo.
-En ¨¿Por qué algunas mujeres tienen problemas para llegar al orgasmo?¨ se parodia con mucha desvergüenza la comedia italiana y sobre todo a Fellini y Antonioni (en versión original los personajes hablan en italiano), heredando su mordaz frescura y audacia. Aquí al actor/director le acompaña la que fuera su esposa, la neurótica Louise Lasser, dando vida a una pareja de clase alta cuya insatisfacción matrimonial halla solución en el deseo pecaminoso, en este caso el sexo practicado en sitios públicos.
-Tras esta ligera celebración carnal, ¨¿Los travestís son homosexuales?¨ ataca a la comedia costumbrista y al conservadurismo tan arraigado a la familia norteamericana de clase media-alta. Un matrimonio ha de comer en casa de los padres del yerno, unos pretenciosos snobs, y en ese ambiente tan apolillado y solemne, Allen desata la anomalía para culminar en desastre; brillante y socarrón enredo a lo Lubitsch o Edwards con una actitud de nuevo muy audaz y una actuación excelente de Lou Jacobi.
-¨¿Qué son los pervertidos sexuales?¨ se burla de una manera destructiva de la depravación y los peligros, cada vez más asumidos, de la televisión estadounidense, contando además con personalidades de ese mundo como Jack Barry, Robert Lewis o Regis Philbin. Un ¨game show¨ cuyo objetivo es descubrir la perversión de un concursante; un absurdo muy provocador que se eleva a la cima cuando el invitado es un rabino que pide ser azotado mientras su esposa come carne en el suelo. Allen no tiene límites.
-¨¿Son exactos los descubrimientos de médicos que se dedican a la investigación sexual?¨ parodia el cine de terror de serie ¨B¨ de la época de los 50 donde tenemos a John Carradine en un papel que le va como anillo al dedo como ese científico loco que sólo realiza inmorales experimentos. Allen sale de los ambientes góticos de la Hammer y vuelve al desastre cuando un gran pecho (¡!) destroza la mansión para pasearse por carreteras y campos cual bicho gigante de Bert I. Gordon. Aquí uno ya se debe rendir a lo imposible, y de hecho este debería haber sido el final de la película...
-Pero el broche de oro lo pone ¨¿Qué sucede durante la eyaculación?¨, una historia excesiva y fantástica. Pantomima de ciencia-ficción al estilo de George Pal y en la línea de ¨Érase una Vez...el Cuerpo Humano¨ que está entre lo mejor que ha dado el director y el cine de humor en general. Magistral la forma en que se recrea la unión sexual, la batalla que se libra dentro del cuerpo de una persona cuando ésta se prepara para hacer el amor; se va más allá de lo absurdo y Allen se adelanta en años a la comedia de grandes proporciones que llenaría cines en la década de los 80; podemos ver a un joven Burt Reynolds y un genial Tony Randall a los controles mientras un impagable Woody se mete en la ¨piel¨ de un espermatozoide que reflexiona temeroso sobre su futuro.

Aunque el director no quedó muy satisfecho con respecto al mismo, como de costumbre, el film fue un completo éxito y de los más aplaudidos en 1.972. Memorable también el tema del principio y el final cantado por Cole Porter, ¨Lets Misbehave!¨, que nos avisa de lo que nos podemos encontrar.
Como una vez dijo un primo mío: ¨...si no has visto a Woody Allen sujetando una cruz frente a una teta gigante o vestido de espermatozoide tocando una armónica es que aún no has visto nada¨. Y merece la pena ver algo así, la verdad.


La Pantera Rosa La Pantera Rosa 14-10-2022
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En un hotel-centro turístico de alta montaña va a tener lugar uno de los enredos más divertidos, inexplicables, elegantes y sorprendentes de cuantos nos hayan podido invitar.
Y en el epicentro de todo esto uno de los diamantes más famosos y espectaculares que hayamos podido ver: la ¨Pantera Rosa¨.

Un inesperado Blake Edwards dejaba al público sin aliento en 1.962 con ¨Días de Vino y Rosas¨, uno de los más desgarradores dramas que produjo Hollywood sobre los efectos del alcohol en la existencia del ser humano; la Mirisch Company le enrola entonces en un gran proyecto, una comedia sofisticada de holgado presupuesto que cuenta con un reparto de lujo con David Niven a la cabeza, pues se trata en esencia de un vehículo para él. Se produce entonces un contratiempo durante la preproducción: Ava Gardner y su esposo Peter Ustinov, contratados como secundarios, abandonan el barco.
Edwards les reemplazará entonces por la modelo y actriz francesa Germaine ¨Capucine¨ Lefebvre y el nativo de Portsmouth Peter Sellers, respetado actor (ya convertido en director) que poco antes sorprendía encarnando al Clare Quilty de ¨Lolita¨; esta sería una sustitución vital para comprender hasta dónde llegó el éxito de la película gracias a su personaje, el inspector francés Jacques Clouseau, concebido de forma totalmente distinta a como él, haciendo uso de su destreza para la comedia física y ganándose todo el favor de Edwards por ello, lo acabaría interpretando. Para más inri se les une la ¨meravigliosa¨ Claudia Cardinale al rechazar su amiga Audrey Hepburn el papel.

Pero antes de viajar a Cortina dAmpezzo, lugar que será el escenario primordial de la historia, viajamos veinte años atrás, a los pomposos aposentos del Maharajah de Lugash cuando éste promete a su hija Dala heredar el diamante más grande y perfecto, la ¨Pantera Rosa¨. Tras unos títulos de crédito míticos que ya han pasado a la Historia, con la susodicha pantera como dibujo animado acompañada de la memorable melodía compuesta por Henry Mancini, Edwards nos irá presentando a los diversos personajes que se unirán más tarde, repartidos por distintos lugares del Mundo.
Que son: el ladrón de guante blanco Charles Lytton, apodado ¨El Fantasma¨, su desvergonzado sobrino George y Clouseau, el inspector que lleva dedicando toda su carrera a cazar al ladrón con las manos en la masa. En el precioso centro turístico se acaban reuniendo, junto con Simone, esposa de éste último y una zorra mentirosa y oportunista, compinche de Lytton, y la princesa Dala, que huye de su país tras la muerte de su padre y el deseo de su pueblo de poseer el diamante. Pudiera parecer que el escenario se prepara, con esta gran joya y un escurridizo ladrón de por medio, para una gran intriga heredada de Hitchcock, Siodmak o los textos de Christie...pero nada más lejos de la realidad.

A lo largo de una entretenida y vibrante hora y media, el cineasta despliega en ese ambiente ostentoso y rimbombante una ¨screwball comedy¨ adscrita a los cánones de su época de mayor esplendor y muy en la linea de anteriores genios como Charles Walters, George Cukor, Ernst Lubitsch y el Hawks cómico. El elegante y seductor Lytton, la infiel Simone, el entrañable patoso de Clouseau, son los pilares de una comedia romántica y enredada, distribuida en interiores lujosos en su mayor parte donde se cruzarán por casualidad, evitarán, esconderán o tropezarán debido al nerviosismo. Y para rematar, el bonito número musical obligatorio de este tipo de films.
El mejor ejemplo lo tenemos cuando Lytton, su sobrino y el matrimonio Clouseau (mas un botones y una limpiadora) coinciden en el cuarto de éste último, regalándonos Edwards casi un delicioso cuarto de hora de equívocos y salidas y entradas perfectamente calculado en ese escenario interior; éste se perfila como un maestro de este género que, por desgracia, no hallaría en el paso del tiempo (gran enemigo del cine después del cambio de gustos en el público) su mejor virtud, y es que esta comedia, tan sofisticada, tuvo sin duda su época. Por eso introduce en ella un personaje tan inoportuno como Clouseau, generador del caos, ser bobalicón y destructivo, pero adorable.

Este Clouseau es todavía un esbozo; aún no se ha vuelto un arrogante mentecato, más bien es un pobre hombre engañado por todos al que la suerte siempre se le escapa, pero con el ingrediente humorístico de aquellos grandes del ¨slapstick¨, en quienes Sellers se inspira (su personaje es una extensión de los torpes ya creados por Chaplin, Lloyd o Keaton). Por eso cuando él no está en pantalla la película adopta un cariz más refinado y amable, sin perder de todos modos el incomparable absurdo que despliega Edwards (uno de los episodios más empalagosos tiene que ver con las trasnochadas maniobras de seducción de Lytton con la princesa Dala).
Este personaje, en lo que a un servidor respecta, no es en absoluto interesante (porque poco me interesa lo que le pueda pasar a una joven heredera caprichosa e insoportable de la realeza); por ello el director, siguiendo la condición disparatada de Clouseau, nos brindará un rocambolesco clímax a lo Wilder (como a él siempre le ha gustado hacer) comenzando en esa hilarante fiesta de disfraces en la mansión de la princesa. El brillante trabajo técnico se complementa a la perfección con la labor artística; en este sentido, Sellers robará el protagonismo a sus compañeros, incluso a la soberbia ¨Capucine¨ y a Niven (lo que no le sentiría nada bien a éste).

¿Y la ¨Pantera Rosa¨? Casi un ¨macguffin¨ al que nunca prestaremos atención, porque esta, al fin y al cabo, no es una historia detectivesca pese a ciertos detalles inevitables del género. Pero sí fue un inmenso éxito que arrasó en taquilla y catapultó a Edwards y Sellers como uno de los mejores binomios cómicos de la época.
Al año siguiente prosiguió con las aventuras de su torpe inspector olvidando a los demás personajes, naciendo así una leyenda del humor y una saga que abarcaría tres décadas...


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